Mis tres sobrinos, Santiago, Lucía y Sebastián, estuvieron hoy en la marcha del Día de la Memoria. Llevan los retratos de Rina Menna, esa abuela, que los hubiera adorado si la dictadura no la hubiera asesinado cuando tenía 27 años. Y de Domingo Menna, el tío cuya ausencia también llevan en la piel.
Todos tenemos historias amputadas, todos tenemos recuerdos doloridos. Los tres chicos heredan esas historias y esos recuerdos, pero también la capacidad de lucha y de indignación.
No olvidamos. No perdonamos.