Naufragios
¿Cuándo dejamos
de ser náufragos?
¿Cuándo aceptamos
los olores del nuevo hogar, sus cielos incandescentes, la sal de sus heridas?
¿Cuándo descubrimos
que una de sus miradas es para nosotros, Ulises, sus voces las nuestras, su
memoria la que llevamos tatuada en las pupilas?
Los naufragios
arden en la piel, saben a intemperie y a humedad, olvidan el murmullo de la
infancia.
Sentada en el
vórtice de esta ciudad infinita, soy y no soy la que lee los astros, la que
traza los mapas del deseo, la que se suma a la danza.
Soy y no soy la
que esparce las cenizas, la que reza con todos el último poema.