Como me lastiman los comentarios en contra de la Argentina
que leo en los diversos muros, creo que me voy a abstener de entrar al Facebook
por un rato. Me lastiman porque no son sobre futbol sino sobre prejuicios,
intolerancia y malentendidos.
Para mí, hoy no se juega más que la final de un torneo
deportivo, y no la identidad nacional.
Amo a la Argentina porque allí llegaron mis abuelos huyendo
de la violencia y la pobreza a principios del siglo XX: unos eran judíos rusos,
los otros italianos y católicos (del norte y del sur), y todos ellos
encontraron un país generoso en el que trabajar y formar una familia. Como
muchos años después lo encontré yo en México.
En aquel país nacieron mis padres, aprendí mis primeras
palabras, di mis primeros pasos, me enamoré por primera vez, también aprendí lo
que es la diversidad, la tolerancia y el respeto, lloré cuando un manto de
sangre cubrió la tierra y nuestros hermanos y amigos fueron desaparecidos y
asesinados. Celebré con toda mi alma cuando aquel horror terminó. Hoy sigo
celebrando, pero también reclamando justicia, y conmoviéndome con cada paso de
las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, con cada nieto que recupera su
identidad.
Muchos pueden preguntarse por qué estoy acá, entonces. A
diferencia de la mayor parte de todos los que hacen comentarios agresivos
contra los argentinos, yo ELEGÍ vivir en este país. Por agradecimiento y por
amor. Eso no lo cambio por nada, pero apuesto por la convivencia y el respeto
por la diversidad. Por lo mismo he borrado a quienes hacen comentarios
homofóbicos, o antisemitas, o racistas, o clasistas. Me horroriza el bombardeo
en Gaza, pero también los feminicidios en nuestro país, la miseria en la que
viven los rarámuris, la violencia en contra de los migrantes y tantas otras
cosas. Y trabajo desde acá para cambiar esas realidades atroces.
A lo mejor me estoy equivocando y lo de hoy es más que un
partido: es la posibilidad de mostrar que somos capaces de vivir, actuar y
responsabilizarnos por los demás de otra manera. ¿El futbol? Ah, sí. Algunos
amigos queridos han elegido a Argentina, otros a Alemania, y después nos iremos
a celebrar todos juntos porque –créanme- lo importante de la vida está en otra
parte.