Y fue de otros la huella del desierto
de los que tocaron los pliegues de tu piel
de los que navegaron por tu voz de madrugada
de los que escribieron salmos a tus ojos
y enloquecidos se desnudaron en las esquinas.
En el centro mismo de la aurora, las rocas tienen la tibieza del aliento.
Sobre el horizonte son naranjas las líneas de tu espalda
y un incendio las palabras.
Destellos de luz ocupan el silencio.
Si hubo un principio fue en la orilla de tu cuerpo.
14/2/13
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