Por ser Día del Padre, comparto con ustedes la emoción y el sacudimiento que me ha provocado este libro entrañable. Un libro que es parte ya de mi piel.
Y por amor a la memoria llevo sobre mi cara la cara de mi padre, Yehuda Amijai.
Éste es el epígrafe de El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Un homenaje a su padre, asesinado en Colombia, un canto desgarrado en contra de la violencia, un camino a través de la intimidad del recuerdo.
Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cunado los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. (p. 12)
Hay una cadena familiar que no se ha roto. Los asesinos no han podido exterminarnos y no lo lograrán porque aquí hay un vínculo de fuerza y de alegría, y de amor a la tierra y a la vida que los asesinos no pudieron vencer. Además, de mi papá aprendí algo que los asesinos no saben hacer: a poner en palabras la verdad, para que ésta dure más que su mentira. (p.259)
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