24/1/13

Vida de perros Partes II y III


II.
En unas viejas películas que filmó mi padre en las que mi hermana Bibi de tres años hacía de El Zorro, porque alguien le había regalado el disfraz, aparecen dos cachorritos que persiguen y les muerden los pies a “Bernardo” (Daniel, mi hermano menor, que con dos años aún no decía una sola palabra por lo que resultaba óptimo para el papel del mudo que acompaña a Diego de la Vega), al bandido encarnado por el “puberto” de pelo largo en que se había convertido Pablo, y al Sargento García, representado por la más cachetona de la familia (¿adivinen quién era???). Los cachorritos se llamaban Kimba y Panta y habían llegado a casa de la mano de uno de los personajes más fascinantes de nuestra infancia: el tío Mauricio. Mauricio Paley, tío de mi madre, era un porteño digno de un aguafuerte de Roberto Arlt: medio reo, mujeriego, mal hablado, fracasado en los negocios... Mi abuela materna, Luisa, era la mayor de los hermanos y la única que había nacido en Odessa; todos los demás nacieron en Buenos Aires adonde habían llegado los padres atraídos por la política de inmigración que respondía a lo planteado por el Preámbulo de la Constitución: 

Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino...

Alguna vez he contado que tengo una copia de este preámbulo colgada en mi estudio porque me conmueve enormemente. “...para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino...”. Frase que atrajo a los Paley, y a los Schifrin que también eran judíos y rusos. Que sedujo a los Ferro, que llegaron desde Génova, y a los Lorenzano, que venían de Calabria, de la bassa Italia. Ésas son mis raíces. En esas historias de inmigrantes está mi memoria. “Todo mezclao, todo mezclao”, como escribió Nicolás Guillén. 
Pues un buen día, el tío Mauricio, que adoraba a su sobrina, y - por carácter transitivo - a esos cuatro hijos que ella había tenido con el goy de la familia, llegó con un par de maravillosos cachorros pastor alemán. Divinos, juguetones, traviesos. Pero de pronto dejaron de jugar, de mordernos los tobillos, de perseguir a la Vaqui, de ladrarle a Don Spada, el jardinero. A los pocos días comenzaron a caminar con dificultad, y unas semanas más adelante estaban totalmente paralizados. Les había dado moquillo. Kimba y Panta están enterrados en el jardín. Al Zorro se le caían las lágrimas por debajo del antifaz.


III.
Y tuvimos - ¡qué privilegio! - nuestro perro argenmex. Había llegado a casa ya bautizado y nadie se atrevió a cambiarle el nombre: fue Johnny, entonces, al norte y al sur del Ecuador. En realidad: ”Shony” al sur; “Iony” al norte. 

Después del golpe de estado del 24 de marzo del 76, mis padres comenzaron a hablar de dejar el país. ¿Cómo? ¿Papá estaba en peligro? ¿Y nosotros? ¿Adónde nos iríamos? ¿Y la escuela? ¿Y los amigos? Fueron meses vertiginosos, oscuros, tristes. Salimos de Ezeiza el 8 de julio. Quizás por eso sigo odiando ir a Buenos Aires en invierno. Es gris, lluvioso, frío, y siempre huele al miedo del exilio. Armamos maletas con lo mínimo indispensable (¿qué es lo mínimo indispensable cuando uno abandona su hogar?), abrazamos a la gente querida, lloramos, escribimos cartas de despedida, juramos amores eternos, y nos subimos al avión. ¿Y Johnny? Perdimos las fotos de la infancia, los libros de la biblioteca, el Tigre y sus ríos entrañables, el fondo del jardín con nuestros perros enterrados, el jazmín y el roble. Y perdimos también a nuestro perro.
He contado muchas veces ya mi llegada a México. El dolor de la despedida todavía fresco se mezclaba con la sorpresa de la libertad recién descubierta. Llegamos a las Torres de Mixcoac, igual que tantos otros exiliados. A 5 - 301. Noé Jitrik y Tununa Mercado ya hacía más de un año que vivían también allí, con sus hijos ¡y con el Cuzco! Un cocker que seguía con devoción a Magdalena en sus recorridos por las plazas. Ellos sí trajeron al perro, reclamábamos nosotros, centrando en el buen Johnny toda nuestra nostalgia. Papá  perdía la mirada por la ventana buscando infructuosamente el horizonte. ¿Tienen ustedes idea de lo claustrofóbico que puede volverse un pampeano en una ciudad rodeada de montañas? 
Afortunadamente, la solidaridad tiene razones que la razón desconoce: un grupo de amigos de mis padres juntaron algo de dinero y nos mandaron a Johnny a la otrora región más transparente. 
Fuimos todos al aeropuerto. Finalmente, era el regreso del hijo pródigo. “No llegó”, le decían a mi padre los empleados de la aduana. “Aquí no hay ningún perro”. “No insista”. ¿Está usted seguro? Hasta que oímos un ladrido. “¡Johnny!”, gritó papá. La escena que cuento a continuación sigue a pie juntillas el relato paterno y debe ser imaginada en cámara lenta: el collie y mi padre corren uno hacia el otro y se funden en un abrazo que dura varios segundos. Era la patria que llegaba en versión canina.
Ahora sí la familia estaba completa. La extrañeza ante los nuevos olores, los ruidos, las costumbres, las palabras, desaparecía cuando llegábamos a casa y el perro movía la cola de plumero, tan feliz como nosotros con el reencuentro. 
Fue nuestro confidente muchos años. Con su muerte terminó mi adolescencia. Lo enterramos en algún lugar de Ciudad Universitaria, en ese nuevo hogar que fue para todos nosotros la UNAM.



Llorar a lágrima viva con (y por) Oliverio Girondo


El 24 de enero de 1967 murió el gran Oliverio Girondo, y con él algunas de las palabras más bellas, irreverentes y entrañables de nuestra poesía.

22/1/13

Vida de perros. Parte I


I.
Al día siguiente de haber empezado a leer Tombuctú, la novelita en la que Paul Auster cuenta la historia de Willy G. Christmas desde la perspectiva de Mr. Bones, su perro, recibí un mensaje de mi papá contándome que acababa de morir el Bachín. Con Lola a mis pies; una shitzu más bien hippie y de pelos parados (no por nada su segundo nombre es “Janisjoplin”, según decisión de Mariana) bastante demandante pero amorosísima, decidí que tenía que escribir algo sobre nuestros perros. Si Auster, Virginia Woolf, Jack London y otros tantos lo habían hecho, podría justificar esa decisión que me nacía de las entrañas, con una buena dosis de tradición (digo, por si alguien consideraba el tema “poco literario”. Aunque eso ¿a quién le importa?).
Como bien se ve en esta foto, los perros han formado parte de nuestra vida desde siempre. 
La perrita que nos acompaña era ovejero alemán manto negro - los criaban en algún lugar en el norte del Gran Buenos Aires. Quizás un paciente de mi padre - y se llamaba Sombra. Era, es cierto, nuestro “doppelgänger”. No se separaba de nosotros. Vivía dentro de la casa - como han vivido todos nuestros perros -  pero su espacio favorito   era el jardín que disfrutaba con Pablo (ese bebé gordito y rubio) y conmigo, participando en todos nuestros juegos. Un día alguien dejó la puerta abierta y se escapó. La perrera municipal fue más rápida que mis padres. No llegaron a rescatarla. Nosotros éramos muy chicos, pero sé que fue nuestro primer enfrentamiento a la injusticia y a la muerte. 
Pocos días después llegó una de sus hermanas. La llamamos Negra (se ve que no éramos demasiado originales). Le construyeron una casita en el fondo del patio en la que yo escribí el nombre. Una casita que nunca usó, como podrán imaginarse; siempre prefirió dormir a los pies de nuestras camas, o incluso encima de la cama, disputándole el lugar a una salchicha llamada Chiquita (nos gustaban los nombres descriptivos, más bien obvios). Chiquita había vivido casi toda su vida sobre la falda de mi abuela, su primer y único amor. Pero cuando mis abuelos dejaron su casa de Trenque Lauquen para instalarse en un departamento de la ciudad, decidieron que lo mejor sería que la perrita viviera con nosotros. Ella lo asumió con resignación y desapego. Siempre parecía que nos hacía el favor de aceptarnos en su vida, y sólo era verdaderamente feliz los sábados porque era el día que nos visitaban los abuelos y ella podía volver a dormitar y dejarse apapachar en su sitio favorito: las piernas de Mamina.
Chiquita se sumó muy a su pesar a nuestro pequeño zoológico doméstico formado por Negra, claro, por una gatita llamada Vaqui (porque las manchas blancas y negras la hacían parecer una holando-argentina); por Tortu, una tortuga de río de cuello largo y peligrosamente carnívora que vivió casi 20 años en una pecera en la sala de la casa (aunque, como bien dice Mafalda, la palabra “sala” aún me suene extranjera, y prefiera la muy autóctona “living”), por algunas gallinas, por el canario Arito (por Aristóteles), y por varias y diversas versiones de la tortuga Manuelita. ¡Hasta un cerdo vivió en casa! No un lindo chanchito rosadito y amoroso. No: un señor chancho. Me lo gané yo en una rifa en la Escuela Primaria número 15 Juan Bautista Alberdi de El Talar. De tooooodos los papelitos con los nombres de tooooodos los alumnos, alguien sacó el que decía “Sandra Silvina Lorenzano, 2do A”. ¡Un cerdo gigante me miraba desde una caja de madera! 
Mi madre se había criado en dos ambientes en pleno centro de Buenos Aires y disfrutaba el aire libre, la casa amplia y las calles de tierra de nuestro pueblo como nadie. Ahora que yo también tengo nostalgia de esos espacios y de esa vida de bicicletas, polvo en el verano, charlas con el “Gordito” (créase o no, ése era el único nombre que le conocimos al almacenero. Así lo llamaban todos los vecinos), entiendo su sonrisa en las mañanas, su decisión de plantar un jazmín “del país” fuera de la ventana de la cocina, de cuidar como a un hijo el pequeño roble que nos daría sombra, pero sobre todo que nos daría maravillosas hojas doradas en el otoño. Quién iba a imaginar entonces el exilio, la distancia. Quién iba a imaginar la muerte.

´Libros prohibidos' con Sandra Lorenzano. El Cartero de Neruda 21/01/13

Cada lunes en El Weso, por W Radio...
Libros prohibidos. Viajando con el Señor Tijeras.



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Por qué los libros prolongan la vida

Por qué los libros prolongan la vida

Umberto Eco


No hace mucho me entretenía imaginándome a aquellos progenitores nuestros que hablaban de sus esclavos adiestrados en trazar caracteres cuneiformes como si fueran modernos computers. Me entretenía pero no bromeaba. Cuando hoy leemos artículos preocupados por el porvenir de la inteligencia humana frente a nuevas máquinas que se aprestan a sustituir nuestra memoria, advertimos un aire de familia. [...] 

La misma reacción de terror debe de haber sentido quien vio por primera vez una rueda. Habrá pensado que nos olvidaríamos de caminar. Acaso los hombres de aquel tiempo estaban más dotados que nosotros para realizar maratones en los desiertos y en las estepas, pero morían antes y hoy serían dados de baja en el primer distrito militar. Con esto no quiero decir que, por esa razón, no nos debamos preocupar de nada y que tendremos una bella y sana humanidad habituada a merendar sobre la hierba de Chernobyl; si acaso, la escritura nos ha hecho más hábiles para comprender cuándo debemos detenernos, y quien no sabe detenerse es analfabeto, aunque vaya en cuatro ruedas. [...] 

¿Qué hemos ganado? ¿Qué ha ganado el hombre con la invención de la escritura, la imprenta, las memorias electrónicas? 

En una ocasión, Valentino Bompiani hizo circular una frase: “Un hombre que lee vale por dos”. Dicha por un editor, podría ser entendida solamente como un eslogan feliz, pero pienso que significa que la escritura (en general, el lenguaje) prolonga la vida. Desde los tiempos en que la especie comenzaba a emitir sus primeros sonidos significativos, las familias y las tribus necesitaron de los viejos. 

Quizá primero no servían y eran desechados cuando ya no eran eficaces para la caza. Pero con el lenguaje, los viejos se han convertido en la memoria de la especie: se sentaban en la caverna, alrededor del fuego y contaban lo que había sucedido (o se decía que había sucedido, ésta es la función de los mitos) antes de que los jóvenes hubieran nacido. Antes de que se comenzara a cultivar esta memoria social, el hombre nacía sin experiencia, no tenia tiempo para forjársela y moría. Después un joven de veinte años era como si hubiese vivido cinco mil. Los hechos ocurridos antes de que él naciera, y lo que habían aprendido los ancianos, pasaban a formar parte de su memoria. 

Hoy los libros son nuestros viejos. No os damos cuenta, pero nuestra riqueza respecto del analfabeto (o del que, alfabeto, no lee) consiste en que él está viviendo y vivirá sólo su vida y nosotros hemos vivido muchísimas. [...] 

Esto podría dar a alguien la impresión de que, no bien nacemos, ya somos insoportablemente ancianos. Pero es más decrépito el analfabeto (de origen o de retorno) que padece de arteriosclerosis desde niño, y no recuerda (porque no sabe) qué ocurrió en los idus de marzo (*) Naturalmente, también podríamos recordar mentiras, pero leer ayuda también a discriminar. No conociendo las culpas de los demás, el analfabeto ni siquiera conoce los propios derechos. 

El libro es un seguro de vida, una pequeña anticipación de inmortalidad. Hacia atrás (¡ay!) más que hacia adelante. Pero no se puede tener todo y al instante.



Humberto Eco. La Nación, 1997 (fragmento)






(*) Idus: En el antiguo calendario romano, día que corresponde al 13 de nuestro calendario, excepto en los meses de marzo, mayo, julio y octubre, en que corresponde al 15. Julio César, el emperador romano, fue asesinado en los idus de marzo.

21/1/13

En busca del cuento perdido, programa 137. El doble, el otro



Hoy vamos a hablar de uno de los temas más fascinantes de la literatura: el tema del doble, del “doppelgänger” como se lo llama con un término en alemán que ya forma parte de todas las lenguas. Término creado por el novelista Jean Paul y que significa literalmente “el que camina al lado”. Se trata de un tema recurrente en un número enorme de cuentos y novelas de ciencia ficción, de terror, de fantasía. ¿Será que se trata de un tema con raíces en nuestro propio inconsciente?
http://enbuscadelcuentoperdido.blogspot.com


18/1/13

Memorias del horror o Susan Sontag como pretexto

Los invito a entrar a este artículo que surgió a partir de la lectura del libro de Sontag, Ante el dolor de los demás:

http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/memori226.pdf






14/1/13

Las recomendaciones de la semana. En busca del Cuento Perdido



Las recomendaciones de la semana en En busca del cuento perdido


1. La primera recomendación es la reedición que Editorial Océano hizo de la novela más importante del reciente Premio Nobel chino Mo Yan. Se trata de Sorgo rojo. “Ambientada en una zona rural es una novela sobre la familia, el mito y la memoria, en la que fábula e historia se unen para crear una ficción cruel e inolvidable. La narración arranca con la invasión japonesa de los años treinta, y cuenta la conmovedora historia de tres generaciones de una familia.”






2. La segunda recomendación es Cruzar la sombra, libro de cuentos de la narradora mexicana Silvia Molina, editado por Cal y Arena, en el que se reúnen dos volúmenes publicados anteriormente de manera independiente - Dicen que me case yo y Un hombre cerca - así como cuentos nuevos en los que a la tradicional variedad de voces y la exploración de los sentimientos que realiza Molina, se suma un muy agradecible toque de ironía y humor.  


3. El tercer libro que recomendamos hoy es una joyita publicada por Páginas de Espuma y Colofón: se trata de Escribir ficción de la gran escritora norteamericana Edith Wharton. Qué maravilla poder zambullirnos en las páginas de este libro que son una suerte de “manual de escritura creativa”, en el cual la primera mujer en recibir el prestigioso Premio Pulitzer, nos devela muchos de sus propios secretos.






Programa 136. Dedicado a Simone de Beauvoir.

¡Consulta los contenidos de este programa y las indicaciones para colaborar en el siguiente!

Vivaldi en el siglo XXI

Gracias a Pablo Espinosa (y al artículo que el sábado publicó en La Jornada, y que aquí reproduzco), descubrí la maravillosa obra de Max Richter sobre "Las cuatro estaciones" de Vivaldi. Ojalá la disfruten tanto como yo.











Disquero
Las Cuatro Estaciones de Vivaldi del siglo XXI
Pablo Espinosa
Periódico La Jornada
Sábado 12 de enero de 2013, p. a16
He aquí un nuevo descubrimiento, un nuevo motivo de gozo, una aventura para vivirla intensamente: Recomposed by Max Richter. Vivaldi The Four Seasons, se titula esta novedad discográfica que mantiene, ya por varias semanas, literalmente en éxtasis al Disquero.
Estos son los antecedentes: la disquera más importante del planeta, la alemana Deutsche Grammophon, inició hace algunos años una serie formidable: Recomposed by,consistente en encargar a jóvenes compositores, con públicos asiduos cada uno de ellos, para que retrabajen partituras de autores consagrados, con el propósito de atraer nuevos públicos a la música de concierto.
El primer disco de esta serie estuvo a cargo de Matthias Arfman, a quien siguió, en el segundo volumen de la serie, Jimmi Tenor, y enseguida la pareja Carl Craigen y Moritz von Oswald.
El cuarto volumen fue encomendado a Matthew Herbert, ese mago del sampleo, quien grabó sonidos (un poco a la manera del protagonista de Historia de Lisboa, de Wim Wenders) cerca de la tumba de Gustav Mahler, en el cementerio Grinzing, de Viena. Y también se puso a grabar sonidos de radio emitidos dentro de un ataúd.
El quinto y nuevo volumen acaba de publicarse y es una obra maestra: a diferencia de sus antecesores, todos alemanes, el maestro Max Richter, de 46 años de edad y con una trayectoria fulgurante, no recurrió al manido arte del sampler para rescribir una de las obras más cercanas al corazón de muchos humanos: las Cuatro Estaciones de Vivaldi, con resultados exultantes.
Realizar intervenciones a esa partitura, costumbre adoptada por los anteriores autores de esta serie, hubiera sido, en palabras del propio Richter,tan frustrante como ponerse en excavar en una mina, encontrar diamantes, pero no poderlos sacar a la superficie. Para lograrlo, se metió de clavado en la partitura, nota a nota, compás por compás, la abrió en canal y literalmente la volvió a escribir.
El compromiso con el cual Richter realizó este trabajo es resultado de la fascinación: para él, Las Cuatro Estaciones es un gran paisaje que todos conocemos y que nos fascina. El paisaje de lo conocido lo convirtió Max Richter en el paisaje de lo que está por conocerse: al escucharlo, uno experimenta algo superior al déja vu:uno ha escuchado esta música toda su vida, desde el momento en que nació sonaba, pero puede parafrasear a Charly Parker y decir: ¡Momento, esta música ya la escuché pasado mañana!
Crea así Max Richter con Las Cuatro Estaciones un puente natural de encantamiento hacia el territorio de la magia fosforescente, hacia el confín de las joyas radiantes que están al alcance de nuestras manos en una dimensión donde el tiempo y el espacio ya no existen.
No en balde está en cartelera en estos días en Londres la más reciente obra de Max Richter: la ópera SUM,basada en el libro, fascinante, del neurocientífico David Eagleman:Cuarenta historias de la otra vida. La vida después de la vida. Libro apasionante, interesante pero sobre todo divertido con un tema serio, tratado en serio por un científico que escribe y lo hacede manera magistral.
El track 7, correspondiente al movimiento Presto, de El Verano de Las Cuatro Estaciones, es el favorito de el Disquero: es puritito heavy metal para orquesta, según definió el propio Richter, quien rescribió este pasajepensando en la manera como John Bonham aporreaba la batería. Prodigios del barroco: Vivaldi redivivo en Led Zeppelin.
Para completar su nuevo y feliz descubrimiento, el Disquero compró todos los otros discos asequibles (en iTunes) de Max Richter (el de Las Cuatro Estaciones sí se consigue en formato cedé en México) con resultados igualmente fascinantes.
Max Richter es inglés, pero nació alemán. Fue alumno de Luciano Berio en Florencia y su vida musical profesional la inició, al día siguiente de graduarse, con su fabuloso grupo de cámara Piano Circus, cuyo título lo dice todo y con el cual difundió la hasta entonces desconocida obra de un compositor que respondía al nombre de Arvo Pärt (hoy reconocido como el más grande compositor vivo) y en su repertorio también lucían partituras del mismísimo Brian Eno, así como de Steve Reich y Philip Glass, entre otros gladiadores.
Al Disquero le place en especial el disco 24 Postcards in Full Colour:igual número de miniaturas con una diversidad alucinante y que el sentido del humor de su autor lanza comotonos para celular, jeje.
El estilo, la música de Max Richter es un crisol magnifiscente: posminimalista, orquestador magistral, experto en música electrónica, fascinado por el paisaje orquestal por igual que por el rock de los 60 y 70. Por momentos nos conecta con Michael Nyman y Alexander Balanescu, otros con Steve Reich, otros más con Terry Riley, pero también con Led Zeppelin y los grupos de rock progresivo que utilizaron el clavecín en algunos de sus discos, y otros no necesariamente progresivos, como los Beach Boys, o Los Beatles en Abbey Road.
Todo ese crisol esplende, refulge y nos pone en órbita en su más reciente obra maestra: Recomposed by Max Richter. Vivaldi The Four Seasons(Deutsche Grammophon).
He aquí una nueva obra maestra.
Subir al inicio del texto

http://www.jornada.unam.mx/2013/01/12/cultura/a16n1dis#texto


11/1/13

Explícame, amor


Comencemos este viernes de enero con algo de la excepcional y desgarrada poesía de Ingeborg Bachmann (Klagenfurt, Austria, 1926 - Roma, Italia, 1973)

Explícame, amor

Tu sombrero se levanta despacio, saluda, y vuela al viento,
tu cabeza desnuda enamora a las nubes,
tu corazón tiene que hacer en otra parte,
tu boca asimila lenguas nuevas,
la hierba tembladera menudea por aquí,
el verano apaga y enciende los ásteres con un soplo,
ciego por los copos levantas el rostro,
ríes y lloras y te hundes en ti,
qué más ha de ocurrirte -

¡Explícame, amor!

El pavo con solemne asombro hace la rueda,
la paloma levanta su collar de plumas,
el aire se dilata repleto de arrullos,
grita el ánade, el país entero
se sirve de la miel silvestre, también en el sereno parque
los arriates están enmarcados con un polvo dorado.

El pez se ruboriza, adelanta a la bandada
y se precipita entre grutas al lecho de coral.
Al son de la música de la arena plateada baila tímido el escorpión.
El escarabajo huele de lejos a la más espléndida;
¡si yo tuviera sus sentidos, notaría también
que brillan alas bajo el caparazón de ella,
y tomaría el camino del fresal lejano!

¡Explícame, amor!

El agua sabe hablar,
la ola toma a la ola de la mano,
en la viña el racimo se hincha, salta y cae.
¡Cuán confiado sale el caracol de su casa!

¡Una piedra sabe conmover a otra!

Explícame amor, lo que no sé explicar:
¿trataré durante este tiempo corto y hostil
únicamente con pensamientos y sólo yo
no conoceré ni haré nada afectuoso?
¿Tiene uno que pensar? ¿No le echarán de menos?

Dices: otro espíritu cuenta con él...
No me expliques nada. Veo a la salamandra
pasar por todos los fuegos.
Ningún horror la persigue y nada le causa dolor.



De "Invocación a la Osa Mayor" Ediciones Hiperión 2001
Versión de Cacilia Dreymüller y Concha García


Para leer más de la obra de Bachmann, les recomiendo que vayan a los sitios
http://www.amediavoz.com/bachmann.htm
http://web.uchile.cl/publicaciones/cyber/18/crea16.html

10/1/13

´Libros prohibidos' con Sandra Lorenzano. 'Viajando con el señor Tijeras'. 09/01/13

Por si se quedaron con ganas de escuchar mi nueva colaboración. 
Ahora también en El Weso. ¡Estoy feliz! ¿Me cuentan qué les parece?
Los espero todos los miércoles a las 19:00 hrs. en W Radio!


Volver a Altazor


Un día como hoy, 10 de enero, pero de 1893, nacía Vicente Huidobro. El mejor homenaje que podemos hacerle a este poeta que hubiera odiado la palabra "homenaje" es volver a su obra, en especial a su gran poema "Altazor".

Un día como hoy, 10 de enero, pero de 1893, nacía Vicente Huidobro. El mejor homenaje que podemos hacerle a este poeta que hubiera odiado la palabra "homenaje" es volver a su obra, en especial a su gran poema "Altazor".

Comparto aquí con ustedes el 

PREFACIO

     Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.
     Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
     Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
     Amo la noche, sombrero de todos los días.
     La noche, la noche del día, del día al día siguiente.
     Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
     Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.
     Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris.
     Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte.
     El primer día encontré un pájaro desconocido que me dijo: «Si yo fuese dromedario no tendría sed. ¿Qué hora es?» Bebió las gotas de rocío de mis cabellos, me lanzó tres miradas y media y se alejó diciendo: «Adiós» con su pañuelo soberbio.
     Hacia las dos aquel día, encontré un precioso aeroplano, lleno de escamas y caracoles. Buscaba un rincón del cielo donde guarecerse de la lluvia.
     Allá lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabellón jirones de aurora incontestable.
     Junto con marcharse los últimos, la aurora desapareció tras algunas olas desmesuradamente infladas.
     Entonces oí hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vacío, hermoso, como un ombligo.
     «Hice un gran ruido y este ruido formó el océano y las olas del océano.
     »Este ruido irá siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irán siempre pegadas a él, como los sellos en las tarjetas postales.
     »Después tejí un largo bramante de rayos luminosos para coser los días uno a uno; los días que tienen un oriente legítimo y reconstituido, pero indiscutible.
     »Después tracé la geografía de la tierra y las líneas de la mano.
     »Después bebí un poco de cognac (a causa de la hidrografía).
     »Después creé la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equívocas y los dientes de la boca, para vigilar las groserías que nos vienen a la boca.
     »Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador.»
     Mi paracaídas empezó a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atracción de la muerte y del sepulcro abierto.
     Podéis creerlo, la tumba tiene más poder que los ojos de la amada. La tumba abierta con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonríes haces pensar en el comienzo del mundo.
     Mi paracaídas se enredó en una estrella apagada que seguía su órbita concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.
     Y aprovechando este reposo bien ganado, comencé a llenar con profundos pensamientos las casillas de mi tablero:
     «Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
     »Se debe escribir en una lengua que no sea materna.
     »Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte.
     »Un poema es una cosa que será.
     »Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
     »Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
     »Huye del sublime externo, si no quieres morir aplastado por el viento.
     »Si yo no hiciera al menos una locura por año, me volvería loco.»
     Tomo mi paracaídas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmósfera del último suspiro.
     Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueños, ruedo entre las nubes de la muerte.
     Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:
     »Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas. ¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?
     »Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.
     »Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.
     »Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.
     »Digo siempre adiós, y me quedo.
     »Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.
     »Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.
     »Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.
     »Ámame.»
     Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas.
     Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.
     Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.
     Y heme aquí, solo, como el pequeño huérfano de los naufragios anónimos.
     Ah, qué hermoso..., qué hermoso.
     Veo las montañas, los ríos, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles.
     Veo la noche y el día y el eje en que se juntan.
     Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas.
     De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar como a botellas de vino.
     Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.
     La montaña es el suspiro de Dios, ascendiendo en termómetro hinchado hasta tocar los pies de la amada.
     Aquél que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman, pues jamás he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los arroyos helados.
     Aquél que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son solamente astrónomos activos.
     Aquél que bebe el vaso caliente de la sabiduría después del diluvio obedeciendo a las palomas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los barcos.
     Aquél que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.
     Él, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los ponientes amaestrados hacia los polos únicos.
     Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.
     El día se levanta en su corazón y él baja los párpados para hacer la noche del reposo agrícola.
     Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.
     Los gritos se alejan como un rebaño sobre las lomas cuando las estrellas duermen después de una noche de trabajo continuo.
     El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pájaros sin corazón.
     Sé triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin mirajes.
     Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.
     Sé triste, pues ella te espera en un rincón de este año que pasa.
     Está quizá al extremo de tu canción próxima y será bella como la cascada en libertad y rica como la línea ecuatorial.
     Sé triste, más triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin experiencia.
     La vida es un viaje en paracaídas y no lo que tú quieres creer.
     Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir y dejamos el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan mañana a respirarlo.
     Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caerás del cenit al nadir porque ése es tu destino, tu miserable destino. Y mientras de más alto caigas, más alto será el rebote, más larga tu duración en la memoria de la piedra.
     Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos cayendo.
     Ah mi paracaídas, la única rosa perfumada de la atmósfera, la rosa de la muerte, despeñada entre los astros de la muerte.
     ¿Habéis oído? Ese es el ruido siniestro de los pechos cerrados.
     Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro la puerta que haya cerrado el huracán.
     Hombre, he ahí tu paracaídas maravilloso como el vértigo.
     Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
     Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas maravilloso como el relámpago que quisiera cegar al creador.
     ¿Qué esperas?
     Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvidó sonreír.
     Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga interminable.




7/1/13

En busca del cuento perdido. 135. John Banville


Antigua Luz, John Banville, Alfaguara, 2012.

Alexander Clave es un viejo actor de teatro que recuerda su fugaz e intenso primer amor. Un rodaje cinematográfico le llevará a intimar con una joven y popular actriz cuya vida se ha asomado al abismo y al inesperado hallazgo de respuestas acerca del destino final de las mujeres que marcaron a fuego su vida.

Lee las primeras páginas del libro:
http://www.alfaguara.com/uploads/ficheros/libro/primeras-paginas/201209/primeras-paginas-antigua-luz.pdf
Más sobre el libro:
http://www.alfaguara.com/es/libro/antigua-luz/


Lee más sobre el programa 135 de En Busca del Cuento Perdido dedicado a John Banville. Vistia el blog y suscríbete al podcast!

30/12/12

¡Feliz 2013!


Queridos todos,

Va esta rolita para desearles un hermosísimo 2013. Gracias por haberme acompañado durante este año. Gracias por haberme apapachado y mimado. Gracias por haberme leído y escuchado. Gracias por haberme hecho compañía. Gracias por las complicidades. Gracias por haberme regalado palabras y abrazos.

Que el 2013 sea un año de solidaridades y creatividad, de proyectos y aventuras compartidas. Que se termine la atroz violencia en que está sumido este México nuestro que tanto amamos. Que nuestros ausentes estén siempre con nosotros. Que podamos dialogar. Que podamos construir juntos un país más justo, más generoso, más equitativo, mas solidario.


Hay mucho que hacer. Como dice la canción "Yo vengo a ofrecer mi corazón".
And last but not least: "Que todas las noches sean noches de boda. Que todas las lunas sean lunas de miel".
Los quiero mucho. ¡Feliz 2013!



25/12/12

Programa 133. Especial de navidad

Gracias a la vida. ¿Qué mejor frase para celebrar estas fiestas? Y gracias a todos ustedes, queridos amigos de En busca del cuento perdido, por acompañarme cada lunes. Que la vida siga siendo generosa con todos nosotros y nos permita seguir compartiendo sonrisas, palabras, cariño y solidaridades. ¡Felices fiestas, queridos!
Gracias a la vida, de Violeta Parra, por Mercedes Sosa
Y para escuchar este lunes les proponemos una selección de temas que han formado parte del programa. ¡Que la disfruten!
Fussible, Ventilador
Gato Barbieri, She is Michelle
Lorena Mackenitt, Bonny Portmore
Sufjan Stevens, Casimir Pulasky Day
Pink Floyd, Wish you were here
¡No olviden suscribirse al podcast!
http://enbuscadelcuento.blogspot.com

14/12/12

Viernes de poesía con el genial Oliverio Girondo




¿Dónde? 

¿Me extravié en la fiebre?
¿Detrás de las sonrisas?
¿Entre los alfileres?
¿En la duda?
¿En el rezo?
¿En medio de la herrumbre?
¿Asomado a la angustia,
al engaño,
a lo verde?...
No estaba junto al llanto,
junto a lo despiadado,
por encima del asco,
adherido a la ausencia,
mezclado a la ceniza,
al horror,
al delirio.
No estaba con mi sombra,
no estaba con mis gestos,
más allá de las normas,
más allá del misterio,
en el fondo del sueño,
del eco,
del olvido.
No estaba.
¡Estoy seguro!
No estaba.




Cansancio

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.




10/12/12

Recomendaciones de la semana




Hoy tenemos nuestra sección ¿Qué leer? Con tres propuestas muy interesantes:
Comenzamos con dos escritores mexicanos:


1. La primera recomendación del día es el libro Me llaman la tequilera, de Alma Velasco, y cuyo subtítulo es Lucha Reyes: la cantante que innovó la canción ranchera. Publicado en Suma de Letras por Santillana, Alma Velasco reconstruye en esta novela la intensa vida de Lucha Reyes. Con una gran documentación, datos y testimonios, no sólo traza rl retrato de la artista que inventó el género del mariachi tal y como lo conocemos hoy, sino que recreó a un personaje de carne y hueso: desde su infancia en la pobreza y orfandad y su debut en el mundo de las carpas hasta su impresionante éxito. 

2. Va la segunda recomendación: y para seguir con la literatura mexicana, me gustaría hablar de la novela más reciente de Guillermo Fadanelli, uno de los autores más interesantes del panorama literario de nuestro país. Se llama Mis mujeres muertas, y ganó el Premio Grijalbo de Novela 2012. Tal como lo dice la propia editorial “…es una novela sobre la melancolía y la soledad humana, enfrentadas por un hombre cuya ebriedad llegó a convertirlo en un experto en los estados del alma”.





3. El tercer libro que quiero recomendarles hoy es del genial escritor afgano Atiq Rahimi y se llama Maldito sea Dostoievski. En esta novela Rahimi se inspira en Crimen y castigo para construir una trama de violencia, culpa y remordimiento ubicada en Kabul. Vale la pena acercarse a las páginas de este autor, que tenemos en nuestra lengua gracias a la editorial Siruela.






Más sobre el programa de hoy, dedicado a Raúl Zurita, en: http://enbuscadelcuentoperdido.blogspot.com

26/11/12

El Ciclista del San Cristobal


El Ciclista del San Cristobal

Antonio Skármeta
(Antofagasta, Chile, 1940 -)




“...y abatíme tanto, tanto
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance...”
San Juan de La Cruz



      Además era el día de mi cumpleaños. Desde el balcón de la Alameda vi cruzar parsimoniosamente el cielo ese Sputnik ruso del que hablaron tanto los periódicos y no tomé ni así tanto porque al día siguiente era la primera prueba de ascensión de la temporada y mi madre estaba enferma en una pieza que no seria más grande que un closet. No me quedaba más que pedalear en el vacio con la nuca contra las baldosas para que la carne se me endureciera firmeza y pudiera patear mañana los pedales con ese estilo mio al que le dedicaron un articulo en “Estadio”. Mientras mamá levitaba por la fiebre, comencé a pasearme por los pasillos consumiendo de a migaja los queques que me habla regalado la tía Margarita, apartando acuciosamente los trozos de fruta confitada con la punta de la lengua y escupiéndolos por un costado que era una inmundicia. Mi viejo salla cada cierto tiempo a probar el ponche, pero se demoraba cada vez cinco minutos en revolverlo, y suspiraba, y después le metía picotones con los dedos a las presas de duraznos que flotaban como náufragos en la mezcla de blanco barato, y pisco, y orange, y panimávida.
      Los dos necesitábamos cosas que apuraran la noche y trajeran urgente la mañana. Yo me propuse suspender la gimnasia y lustrarme los zapatos; el viejo le daba vueltas al gula con la probable idea de llamar una ambulancia, y el cielo estaba despejado, y la noche muy cálida, y mamá decía entre sueños “estoy incendiándome”, no tan débil como para que no la oyéramos por entre la puerta abierta.
      Pero esa era una noche tiesa de mechas. No aflojaba un ápice la crestona. Pasar la vista por cada estrella era lo mismo que contar cactus en un desierto, que morderse hasta sangrar las cutículas, que leer una novela de Dostoiewski. Entonces papá entraba a la pieza y le repetía a la oreja de mi madre los mismos argumentos inverosímiles, que la inyección le bajarla la fiebre, que ya amanecía, que el doctor iba a pasar bien temprano de mañana antes de irse de pesca a Cartagena.
      Por último le argumentamos trampas a la oscuridad. Nos valimos de una cosa lechosa que tiene el cielo cuando está trasnochado y quisimos confundirla con la madrugada (si me apuraban un poco hubiera podido distinguir en pleno centro algún gallo cacareando).
      Podría ser cualquier hora entre las tres y las cuatro cuando entré a la cocina a preparar el desayuno. Como si estuvieran concertados, el pitido de la tetera y los gritos de mi madre se fueron intensificando. Papá apareció en el marco de la puerta.
      —No me atrevo a entrar —dijo.
      Estaba gordo y pálido y la camisa le chorreaba simplemente. Alcanzamos a oír a mamá diciendo: que venga el médico.
      —Dijo que pasaría a primera hora en la mañana —repitió por quinta vez mi viejo.
      Yo me habla quedado fascinado con los brincos que iba dando la tapa sobre las patadas del vapor.
      —Va a morirse —dije.
      Papá comenzó a palparse los bolsillos de todo el cuerpo. Señal que quería fumar. Ahora le costaría una barbaridad hallar los cigarrillos y luego pasaría lo mismo con los fósforos y entonces yo tendría que encendérselo en el gas.
      —¿Tú crees?
      Abrí las cejas así tanto, y suspiré.
      —Pásame que te encienda el cigarrillo.

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Cuento chileno contemporáneo, breve antología (Dirección de Literatura, UNAM, Serie Antologías, México, 2012; Poli Délano: compilador; Poli Délano y Rafael Ramírez Heredia: prólogos)


Publicada por primera vez en 1996, esta antología compilada por Poli Délano abarca dos generaciones de escritores chilenos: “la de los Novísimos o del 70 y la del 80 o N.N. Ambas generaciones –explica Délano-  nacieron enmarcadas en escenarios de fuerte convulsión social: una alcanza la madurez cuando el mundo vive la inolvidable década de los 60, con su carga de revolución, hipismo, grandes estadistas e irreverencia; la otra recibe este influjo en su infancia y juventud, pero despierta de este ensueño cautivante  para caer en la pesadilla del fascismo criollo con el golpe de 1973”. Poli Délano añade: “Ambas generaciones unidas por sólidos puentes de experiencias compartidas y de razonada rebeldía ante lo establecido conforman la vertiente más renovada y fresca de la narrativa chilena.

Lee más sobre el programa de hoy, dedicado a la Feria del Libro de Guadalajara 2012 en:

24/11/12

Raúl Zurita


Raúl Zurita es uno de los invitados a la FIL de Guadalajara de este año. Un poeta excepcional que descubrí hace muchos (muchísimos) años gracias a David Huerta.

Les dejo un par de poemas y un enlace para que lo disfruten:


Guárdame en ti


Amor mío: guárdame entonces en ti
en los torrentes más secretos
que tus ríos levantan
y cuando ya de nosotros
sólo quede algo como una orilla
tenme también en ti
guárdame en ti como la interrogación
de las aguas que se marchan
Y luego: cuando las grandes aves se
derrumben y las nubes nos indiquen
que la vida se nos fue entre los dedos
guárdame todavía en ti
en la brizna de aire que aún ocupe tu voz
dura y remota
como los cauces glaciares en que la primavera desciende.








Inscripción 178



Te hablan ahora las rompientes de tu vida
Te cuentan de las falsas Itacas,
del naufragio en costas remotas
de tu cansancio doblándote hacia las olas
Te dicen que más allá está el final
de la tierra
que allí el mar se derrumba, que tu mar
amado se derrumba y que los barcos
nunca han vuelto
Te hablan en tu propia noche los temores


Que suenen entonces como algo que se
despierta estos poemas
como algo que está en ti, como algo que cruce el mar y se despierta.








23/11/12

John Banville y Colm Tóibín: mis pasiones irlandesas

El azar (¿el azar?), ése que no será jamás abolido por un golpe de dados, hizo que esta semana coincidieran en mi vida dos excepcionales autores irlandeses: John Banville y Colm Tóibín. Aunque ya había leído un par de novelas de cada uno de ellos, volver a encontrármelos y, sobre todo, a encontrar su escritura, fue un regalo de la vida. Qué fuerza, qué sutileza, qué densidad tienen ambos.

Antigua luz de Banville es un relato de ésos que nos dejan en la piel una huella que difícilmente se borre alguna vez. Las reflexiones sobre la memoria, la muerte y el deseo, acompañan los recuerdos de Alexander Clave, viejo actor de teatro, sobre su primera pasión: la que sintió por la madre de su mejor amigo a los 15 años. Al mismo tiempo, la invitación a participar en la filmación de una película, lo lleva a crear una relación especial con la joven protagonista del film. Las ausencias y los secretos van marcando sus confidencias.

"John Banville (Wexford, Irlanda, 1945), que se convierte en Benjamin Black cuando escribe novela negra, otra de sus pasiones y de gran éxito, explicó, que el trabajo del artista consiste en "concentrarse mucho en el objeto con el que se trabaja, hasta que brille, tenga luz y haga, a quien lo aprecie, mucho más vulnerable y se sonroje". 

"Crear ficción es en cierto modo erotismo", dice. "Amo el lenguaje y trabajo frase a frase, cuidándolas hasta el extremo, el resto se cuida solo; quiero decir que los personajes, la trama, los diálogos van por su propia cuenta. Surgen solos", argumentó el autor de "El Mar", premios Booker e Irish Book Award.

Otro de los aspectos de su nueva novela se refiere a la importancia del mundo de los sueños. "Cuando era joven -aclaró- creía que escribir era un proceso irracional que no podía controlar, pero a medida que voy creciendo, me doy cuenta de que escribir es como soñar. No sé qué es lo que estoy haciendo y digamos, que en ese sentido, es como soñar".
"Antigua Luz" también discurre por una especie de vigilia o duermevela, una suerte de realidades, recuerdos y sueños, que se van entrecruzando por una narración en la que los hombres son más débiles y vulnerables que las mujeres.
"Los hombres tienen miedo a las mujeres porque ellas tienen el secreto de la reproducción. Las mujeres tienen poder sobre los hombres porque ellos necesitan la iluminación, el conocimiento, pero son criaturas torpes, que solo pueden pensar en el sexo", subrayó el escritor. (http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/00eff9b81caf08a6aede199fbfd0a7a1)
Vale la pena que le den una mirada a las primeras páginas de la novela:

http://www.alfaguara.com/uploads/ficheros/libro/primeras-paginas/201209/primeras-paginas-antigua-luz.pdf

De Colm Tóibín les hablaré en el siguiente post. ¿Les parece?

19/11/12

¿Buscando qué leer?






¡Aquí van las recomendaciones de la semana!


1) Comienzo con La trama secreta del estupendo narrador mexicano Mauricio Molina. Se trata de un libro en el que se compendian alrededor de 20 años de su trabajo como cuentista. Desde la literatura fantástica a la autoficción, este volumen publicado por el FCE refrenda la importancia del trabajo creativo de Mauricio Molina.






2) El segundo libro que quiero recomendarles hoy es Las dos vidas de Floria de Laura Martínez-Belli. Se trata de la tercera novela de esta autora nacida en Barcelona, criada en Panamá y asentada en México. Una “ciudadana del mundo” como dice ella misma. Las dos vidas de Floria es, como lo dice la propia editorial Planeta, “una maravillosa fábula surreal, dulce y melancólica que nos conecta con la naturaleza, el amor y sus diferentes maneras de entrar en nuestra vida”.




3) Y cerramos nuestras recomendaciones del día con la ácida y provocadora novela La cena del holandés Herman Koch publicada por Salamandra en su colección de libros de bolsillo. La cena responde a una pregunta más que inquietante: ¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir un hijo que comete un delito injustificable? Suena interesante, no?
Espero que disfruten la lectura de estos tres libros, tanto como la he disfrutado yo misma.




Más sobre el programa de hoy, dedicado al narrador Alberto Chimal, click aquí

El libro del desasosiego

Siempre es bueno volver al gran Fernando Pessoa

Pedí tan poco a la vida y ese mismo poco la vida me lo negó. un haz de parte del sol, un campo próximo, un poco de sosiego con un poco de pan, no pesarme mucho el saber que existo, y no exigir nada de los otros ni ellos nada de mí. esto mismo me fue negado, como quien niega la limosna no por falta de buena alma, sino por tener que desabrocharse la chaqueta. Escribo, triste, en mi cuarto tranquilo, solo como siempre yo he estado, solo como siempre estaré. y pienso si mi voz, aparentemente tan poca cosa, no encarna la sustancia de millares de voces, el hambre de decirse de millares de vidas, la paciencia de millones de almas sometidas como la mía al destino cotidiano, al sueño inútil, a la esperanza sin vestigios. en estos momentos mi corazón late más alto por mi conciencia de él. vivo más porque vivo mayor. Siento en mi persona una fuerza religiosa, una especie de oración, un símil de clamor. pero mi reacción contra mi desciende desde mi inteligencia... me veo en el cuarto piso de la Rua dos Douradores, me ayudo con sueño; miro, sobre el papel medio escrito, la vida sana sin belleza y el cigarro barato que apurándolo extiendo sobre el secante viejo. ¡yo, aquí, en este cuarto piso, interpelando a la vida!, ¡diciendo lo que las almas sienten!, ¡haciendo prosa como los genios y los célebres! ¡yo, aquí, así...! 
(...)
El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. 





Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...