21/10/10

¿Te gusta escribir?


Están abiertas las inscripciones para los talleres del Programa de Escritura Creativa del Claustro. Aquí va el enlace a la información:

Programa de Escritura Creativa

Anímate a acompañarnos en esta aventura por los secretos de la escritura.

¡Te esperamos!

18/10/10

Luis García Montero


Luis García Montero: uno de los grandes poetas españoles actuales, recibirá en nuestro país el Premio Poetas del Mundo Latino. ¡Enhorabuena!

Va un enlace a su página para que puedan disfrutar de la poesía de este maravilloso granadino: Luis García Montero

12/10/10

Las palabras

Para pensar de otro modo el 12 de octubre



De Confieso que he vivido, Pablo Neruda.

"Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras'.

16/9/10

El sueño creador

Y existe también la palabra dentro del soñar mismo, la palabra soñada, la palabra que transita, como habiéndose escapado de algún lugar de donde la palabra rara vez suele venir: de ese remoto silencio, fondo, horizonte, océano de silencio, de donde llegan las palabras sueltas, solas, como sin dueño; las palabras que visitan y que se presentan cuando el sujeto dormido o en vela, no está en situación de hablar, ni pretende hacerlo.Son palabras reveladoras, aunque su revelación no se entienda o aunque no traigan ninguna manifestación determinada, pueden ser reveladoras simplemente de la palabra misma; del misterio de la palabra.

María Zambrano

15/9/10

Alta traición


Para celebrar el "grito" con uno de mis poemas preferidos:

Alta Traición

José Emilio Pacheco

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

31/8/10

Protesta y dolor en 72 palabras

Por favor, asómense a este proyecto colectivo - iniciado por Rossana Reguillo - para empezar a crear juntos otro México

El 26 de agosto de 2010 se hizo pública la masacre de 72 personas migrantes, mujeres y hombres, menores de edad, en México. La tragedia colocó al centro del debate público, la fallida estrategia del Estado Mexicano en su lucha contra el narcotráfico. Se asumió como verdad incuestionable que “los Zetas” eran los perpetradores de esa masacre; no se cuestionó la versión oficial, como en muchas otras ocasiones. Pero más allá, de la falta de información veraz y oportuna, estas 72 personas movilizaron las fibras y raíces de la solidaridad. Un movimiento “negro”, enlutado acompañó a los jinetes de las redes cibernéticas. Hoy, los blogueros, hartos de una espiral de violencia, hacemos nuestros estos pensamientos colectivos, producto de esa inteligencia viral y política que se gesta en el ciberespacio. Alto a la violencia, alto a las muertes, alto a la impunidad.
Por los 72 migrantes masacrados y los que fueron antes; por los más de 28 mil muertos en la llamada “guerra” contra el narco, por las madres en Ciudad Juárez, en Tamaulipas, en Monterrey, en Sinaloa; por nuestra geografía fracturada; por los niños a la deriva; por el silencio, por el estruendo, porque estamos cansados, venimos a decir basta. Somos muchos y esta es nuestra voz y nuestra mirada

Los textos siguen en:
Viaducto Sur / Blog de Rossana Reguillo: Protesta y dolor en 72 palabras. Plegaria de la sangre

Invitación

En busca del cuento perdido

Siempre ha existido riqueza creativa; ahora no es la excepción, dice Sandra Lorenzano

“La actual apertura literaria en el país no se debe a la política cultural”

En junio pasado, la escritora y vicerrectora de la UCSJ puso en marcha En busca del cuento perdido, especie de taller de lectura y escritura radial, que se transmite en varias emisoras del Imer

Ericka Montaño Garfias

Periódico La Jornada
Lunes 30 de agosto de 2010

En México existe una riqueza creativa en términos de edad, de perspectivas, de voces, de temas, y su mundo literario se ha abierto, con trabajo, quizá, a voces diferentes, afirma la escritora Sandra Lorenzano, quien desde junio pasado puso en marcha el programa de radio En busca del cuento perdido, que funciona como taller de lectura y escritura, y que se transmite los lunes a través de frecuencias del Instituto Mexicano de la Radio (Imer).

Lorenzano, vicerrectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ), donde coordina también el Programa de escritura creativa, habla en entrevista de lo que ocurre con la literatura en nuestro país.

“México ha sido desde siempre riquísimo en términos literarios y con una diversidad de propuestas. Siempre ha sido así y no creo que en este momento sea la excepción. Para empezar, ahora estamos conviviendo varias generaciones: escritores que nacieron en los años 80, por ejemplo, con escritores como Carlos Fuentes, que ya tienen más de 80 años y siguen produciendo.”

El panorama de la literatura mexicana se ha abierto a la realizada por mujeres, por ejemplo, añade la autora de Aproximaciones a Sor Juana y la novela Saudades. “Ya hay muy buena literatura de mujeres; en algún momento teníamos pocas voces femeninas, y quizá más convencionales. Ahora hay cosas muy propositivas de mujeres y hombres, de gente de la frontera, literaturas en lenguas indígenas”.

Esta apertura, explica, forma parte de la riqueza de la cultura del país, “no es porque la política cultural haya dicho: ‘vamos a tener muchos escritores y muchas voces’; nada qué ver. Hay que reconocer que México es uno de los pocos países de América Latina que apoya a sus creadores, ese es uno de los grandes logros; pero si en algo es fuerte el país es en cultura, por eso de pronto te preguntas cómo es que no se dan cuenta de que tienen que apoyar más a la cultura, si es aquello cuyo rostro nos permite quedar bien en el mundo”.

La catedrática, editora y ensayista sostiene que la heterogeneidad de la sociedad mexicana “ha favorecido un desarrollo maravilloso de la creatividad”; pero “eso es una cosa, y lo otro es lo que ocurre con el mercado: no necesariamente esta riqueza creativa se refleja en una riqueza favorecida por él.

En busca del cuento perdido es un espacio que acerca la literatura a gente que de otro modo no podría allegarse a ella, afirmó la conductora en entrevistaFoto Guillermo Sologuren
“El mercado tiene ciertas líneas que en este momento pesan más que otras; por ejemplo, una de las más fuertes en la actualidad –no creo que dé para mucho más, creo que se va a agotar– es la de la literatura vinculada con la violencia. Hay un auge de esa literatura, de la narcoliteratura, de violencias de distinto tipo, de género, los crímenes de Ciudad Juárez. Existe la violencia y están los escritores que hablan de eso, pero no es lo único.

“Tendríamos que propiciar también un diálogo entre el mercado editorial, el literario, las revistas y los creadores. Cuanto más se pueda dar a conocer la riqueza de la producción literaria y artística mexicana desde el mercado, mucho mejor, para no encasillarnos en nosotros mismos, para que no crean los escritores que tienen que abordar ese tema para que los publiquen; me parece que de todas formas entras a cualquier librería mexicana.”

Sin embargo, subraya, también hacen falta más librerías y mejores redes de distribución.

Por eso, espacios como En busca del cuento perdido “te permiten llegar a gente que a lo mejor no tiene la posibilidad de acercarse a la literatura de otra manera. Esa sí tendría que ser una preocupación tanto de nosotros, como creadores, como de los medios y del mercado, y sin duda del Estado: ¿cómo hacemos para que la gente tenga mayor acceso a los bienes simbólicos que llegan a través de la cultura? Esta es una sociedad muy desigual, no sólo en términos económicos, sino también de distribución de los bienes simbólicos”.

En busca del cuento perdido se transmite los lunes a las 15 horas en Horizonte 107.9 de FM en la ciudad de México. En Radio IMER 540 de AM en Comitán, Chiapas, y en el 106.7 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Para mayor información puede visitar la página www.horizonte.imer.mx

http://www.jornada.unam.mx/2010/08/30/index.php?section=cultura&article=a10n1cul

29/8/10

La gitanita



Los invito a leer mi artículo de esta semana en El Universal

La gitanita - El Universal - Editoriales

Se oían murmullos, voces apagadas. De pronto algún grito o llanto. Era una noche fría de finales de otoño. Junio, tal vez, allá, al sur de todos los sures. Acababa de pasar el carnaval en que yo me disfracé de gitana y Pablo de pirata. Todavía me acuerdo del color de la falda que mamá me puso, de los enormes aretes rojos que iban con broche (y que me dejaron los lóbulos del mismo color por varias horas) y del maquillaje -obra de mi abuela paterna, porque la austeridad de mi madre hacía que en su estuche de pinturas no hubiera ningún bilet rojo fuego, digno del disfraz-. También me acuerdo de que en ese carnaval descubrí mi incapacidad para disfrutar de las fiestas. Mientras Pablo corría con su parche en el ojo mojando a la gente o echándole “nieve” en aerosol, yo me quedé sentada mordiendo la medallita que tenía colgada. La hice pedazos. Ya desde ese momento y hasta el día de hoy, no sé qué hacer cuando estoy con mucha gente, ni qué decir, ni como parecer tan alegre, simpática e inteligente como los demás. Siempre he sido un poco (mucho) “sapo de otro pozo”. La adolescencia se convirtió, como podrán imaginarse, en una pesadilla.

Pero mejor empiezo de otra manera: Se dice que en la Argentina hay alrededor de 300 mil gitanos, o miembros de la etnia romaní, o rhom que significa “hombre que hace música”. La mayor parte de ellos tiene una situación económica precaria, vive en carpas y se mezcla poco con la población local. Los romaní son un grupo más de los miles de inmigrantes que llegaron al país entre fines del siglo XIX y principios del XX. Víctimas de los prejuicios y la discriminación son uno de los blancos favoritos de los gobiernos más autoritarios y retrógrados. Pienso en la Alemania nazi, o en las atroces fotografías que hemos visto en los últimos días de su expulsión de Francia e Italia. Hace una semana me invadió el odio más absoluto cuando vi la imagen de un policía francés que empujaba violentamente por la espalda a una mujer gitana y le agarraba los senos. La mujer aparecía trastabillando, indefensa, llorando y rodeada por policías sonrientes. Recordé los testimonios de las mujeres de Atenco, recordé a una de las presas de Guanajuato a quien todas las noches la violaba un vecino delante de la familia, recordé los escalofriantes relatos que reunió Lydia Cacho en su libro Esclavas del poder, recordé el Informe sobre Violencia de Género publicado por la SEP, en el miedo de un porcentaje altísimo de nuestras adolescentes a salir al patio de la escuela o a ir al baño solas. En fin, recordé por qué –más allá de teorías posmodernas– soy feminista, por qué pienso que hay que defender el respeto y la tolerancia contra viento y marea. Y recordé, por supuesto, aquellos murmullos que invadieron mi infancia una noche fría de finales de otoño en la que la muerte y la discriminación se dieron la mano.
Horas antes de comenzar a escuchar los llantos que venían del pedacito de jardín que había delante de mi casa, había caído una brutal tormenta. Cuando aún se oían algunos truenos lejanos, llegó un grupo de gitanos –hombre y mujeres– buscando a mi padre. De entre todos los médicos de la zona, él era el único que los aceptaba como pacientes. Muchas veces había visto yo salir a los demás de la sala de espera en el momento en que entraban esas mujeres de pañuelo en la cabeza, faldas coloridas y cadenas doradas. Ese día traían cargando el cuerpo de una gitanita de 15 años, en el que un rayo había grabado su condena. Papá confirmó la noticia que ellos ya conocían. Fue imposible lograr esa noche de horror que alguna funeraria recibiera el cuerpo para poder velarlo. Ni la muerte evita los prejuicios ni la exclusión que pesa sobre los gitanos. Así que el velorio se hizo en ese pequeño jardín. Allí se instalaron los tíos, los primos, los padres y hermanos convirtiéndonos en testigos de su dolor. El cuerpo marcado -que quizás con el tiempo se hubiera parecido al de la mujer humillada por la policía francesa– estaba en un sillón de la salita, rodeado de velas.

Era una noche fría de finales del otoño. Yo tenía seis años y la gitanita, quince.

(En este enlace está la foto de la gitana expulsada en Francia: http://www.jornada.unam.mx/2010/08/21/

7/8/10

"El libro no morirá": Umberto Eco


Vale la pena darle una mirada a este fragmento del nuevo libro de Umberto Eco; un diálogo entre él mismo y Jean-Claude Carrière llamado Nadie acabará con los libros y publicado por Random House Mondadori.


Ouverture: el libro no morirá

Publicado en la Jornada, 7 de agosto de 2010

Umberto Eco La supuesta desaparición del libro en su formato tradicional ha sido el tema de numerosos debates entre especialistas y amantes de la lectura. En el volumen Nadie acabará con los libros, Umberto Eco y Jean-Claude Carrière participan en esta discusión a lo largo de 272 páginas. Publicado por la editorial Lumen, está formado por una serie de entrevistas realizadas por Jean-Phlippe de Tonac e imágenes de André Kertész, se dividen en 15 capítulos, en los cuales Carrière, autor de guiones de películas clásicas, y Eco, filósofo, medievalista y escritor quien publicará su nueva novela El cementerio de Praga a fin de año, hablan no sólo del futuro del libro en papel, sino también de su pasión por los libros, sus lecturas, sus bibliotecas, su hechura como lectores. Nadie acabará con los libros se encuentra ya en venta y, a continuación, ofrecemos a nuestros lectores un adelanto de esa obra con autorización del sello Random-House Mondadori

JEAN-CLAUDE CARRIÈRE: durante la última cumbre de Davos, en 2008, se le preguntó a un futurólogo sobre los fenómenos que alterarían a la humanidad en los próximos 15 años y éste propuso que se consideraran esencialmente cuatro, que le parecían seguros. El primero, que un barril de petróleo costaría 500 dólares. El segundo concernía al agua, destinada a convertirse en un producto comercial de intercambio exactamente como el petróleo; en fin, que veremos las cotizaciones del agua en la Bolsa. La tercera previsión atañía a África, que en las próximas décadas, según el futurólogo, se convertiría con toda seguridad en una potencia económica, un hecho que todos esperamos.

El cuarto fenómeno, según este profeta profesional, era la desaparición del libro.

A estas alturas, por lo tanto, se trata de saber si la desaparición definitiva del libro, si de verdad llegara a producirse, podría entrañar para la humanidad las mismas consecuencias que la penuria programada del agua, por ejemplo, o que la inaccesibilidad del petróleo.

UMBERTO ECO: ¿El libro desaparecerá a causa de la aparición de Internet? Escribí sobre este tema hace tiempo, es decir, cuando la pregunta parecía pertinente. A estas alturas, cada vez que alguien me pide que me pronuncie al respecto, no puedo sino repetir el mismo texto.

Nadie acabará con los libros

En cualquier caso, nadie se da cuenta de que me repito, porque no hay nada más inédito que lo que ya se ha publicado y, además, porque la opinión pública (o por lo menos los periodistas) tienen siempre la idea fija de que el libro desaparecerá (o quizá los periodistas piensan que son los lectores los que tienen esa idea fija) y todos formulan incansablemente la misma pregunta.

En realidad, hay poco que decir al respecto. Con Internet hemos vuelto a la era alfabética. Si alguna vez pensamos que habíamos entrado en la civilización de las imágenes, pues bien, el ordenador nos ha vuelto a introducir en la galaxia Gutenberg y todos se ven de nuevo obligados a leer. Para leer es necesario un soporte. Este soporte no puede ser únicamente el ordenador. ¡Pasémonos dos horas leyendo una novela en el ordenador y nuestros ojos se convertirán en dos pelotas de tenis! En casa, tengo unas gafas Polaroid que me permiten proteger los ojos de las molestias de una lectura constante en pantalla, pero no es una solución suficiente. Además, el ordenador depende de la electricidad y no te permite leer en la bañera, ni tumbado de costado en la cama. El libro es, a fin de cuentas, un instrumento más flexible.

Ante la disyuntiva, hay una sola opción: o el libro sigue siendo el soporte para la lectura o se inventará algo que se parecerá a lo que el libro nunca ha dejado de ser, incluso antes de la invención de la imprenta. Las variaciones en torno al objeto libro no han modificado su función, ni su sintaxis, desde hace más de 500 años. El libro es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se han inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara. Hay diseñadores que intentan mejorar, por ejemplo, el sacacorchos, con resultados muy modestos: la mayoría de ellos no funciona. Philippe Starck intentó mejorar el exprimidor, pero su modelo (para salvaguardar una determinada pureza estética) deja pasar las semillas. El libro ha superado sus pruebas y no se ve cómo podríamos hacer nada mejor para desempeñar esa misma función. Quizá evolucionen sus componentes, quizá sus páginas dejen de ser de papel. Pero seguirá siendo lo que es.

J.-C.C.: Parece que el libro electrónico, en sus últimas versiones, le hace la competencia directa al libro escrito. El modelo Reader contiene ya 160 sesenta títulos.

U.E.: Es evidente que un juez se llevará a casa con mayor facilidad las 25 mil páginas de escritos de un proceso en curso si las guarda en un libro electrónico. En muchos campos, el libro electrónico será cómodo, pero en circunstancias de uso no corrientes. Yo simplemente sigo preguntándome si, incluso con la tecnología más adecuada a las exigencias de la lectura, será de verdad mejor leer Guerra y paz en un libro electrónico. Ya veremos. En cualquier caso, no podremos seguir leyendo a Tolstói y todos los libros impresos en pasta de papel, porque éstos ya han empezado a descomponerse en nuestras bibliotecas.

Los Gallimard y los Vrin de los años 50 en su mayoría ya han desaparecido. La filosofía de la Edad Media de Gilson, que me resultó tan útil en la época en que preparaba mi tesis, hoy ni siquiera puedo cogerla. Las páginas se disgregan, literalmente. Podría comprar otra edición, desde luego, pero le tengo mucho apego a la mía antigua, con todas mis anotaciones de distintos colores que configuran la historia de mis diversas consultas.

JEAN-PHILIPPE DE TONNAC: Con la aparición de nuevos soportes, cada vez más adecuados empíricamente a las exigencias y al confort de la lectura, ya se trate de enciclopedias o de novelas online, ¿por qué no imaginar una lenta desafección hacia el objeto libro en su forma tradicional?

U.E.: Todo puede pasar, desde luego. Cabe que los libros mañana interesen sólo a una minoría de indómitos que podrían ir a satisfacer su curiosidad nostálgica en los museos, en las bibliotecas…

J.-C.C.: De seguir existiendo.

U.E.: Pero también podemos imaginar que esa formidable invención que es Internet desaparezca en un futuro. Exactamente como los dirigibles desaparecieron de nuestros cielos. Cuando el Hindenburg se incendió en Nueva York, poco antes de la guerra, el dirigible ya no tenía futuro. Lo mismo sucedió con el Concorde: el accidente de Gonesse en el año 2000 resultó mortal. En cualquier caso, esa es una historia extraordinaria: se inventa un avión que, en lugar de tardar ocho horas en atravesar el Atlántico, tarda tres. ¿Quién podría rebatir semejante progreso? Pues bien, se renuncia al Concorde, tras la catástrofe de Gonesse, estimando que ese avión resulta demasiado caro. ¿Es una razón seria? ¡También la bomba atómica sale carísima!

J.-P.T.: Les cito unas observaciones que hacía Hermann Hesse a propósito de una probable “relegitimación” del libro que, según su opinión, sería consecuencia de los progresos técnicos. En los años 30, Hesse afirmaba: “Cuanto más se satisfagan con el tiempo ciertas necesidades populares de entretenimiento y enseñanza a través de otros inventos, más recuperará el libro su dignidad y autoridad... No hemos alcanzado todavía el punto en el que los nuevos inventos rivales, como la radio, el cine, etcétera, descarguen al libro de esa parte de sus funciones que no merecen la pena”.

J.-C.C.: En este sentido no se equivocaba. El cine y la radio, así como la televisión, no le han quitado nada al libro, nada que no pudiera perder “sin daños”.

U.E.: En un momento determinado los hombres inventan la escritura. Podemos considerar la escritura como la prolongación de la mano, y en este sentido tiene algo casi biológico. Se trata de una tecnología de comunicación inmediatamente vinculada al cuerpo. Una vez inventada, ya no puedes renunciar a ella. Una vez más, es como haber inventado la rueda. Las ruedas de hoy siguen siendo las de la Prehistoria.

Al contrario, nuestras invenciones, cine, radio, Internet, no son biológicas.

J.-C.C.: Tiene razón en subrayarlo: nunca hemos tenido más necesidad de leer y escribir que en nuestros días. No podemos siquiera usar un ordenador si no sabemos leer y escribir. Y, además, de una forma más compleja que antaño, porque hemos integrado nuevos signos, nuevas claves. Nuestro alfabeto se ha ampliado. Resulta cada vez más difícil aprender a leer. Si nuestros ordenadores pudieran transcribir directamente lo que decimos, se produciría un regreso a la oralidad. Claro que esto plantea una nueva cuestión: ¿es posible expresarse sin saber leer ni escribir?

U. E.: Homero respondería sin ningún género de duda que sí.

J.-C.C.: Pero Homero pertenece a una tradición oral. Sus conocimientos los adquirió a través de esa tradición, en una época en que todavía nada se había escrito en Grecia. ¿Se puede imaginar hoy a un escritor que dicte su novela sin la mediación de la escritura y que no conozca nada de la literatura que lo ha precedido? Quizá su obra tendría la fascinación de la naïveté, del descubrimiento, de lo inaudito. Pero, en todo caso, parece que carecería de lo que nosotros, a falta de un término mejor, llamamos “cultura”. Rimbaud era un joven dotadísimo, autor de versos inimitables. Pero no era lo que llamamos un autodidacta. A sus 16 años, su cultura ya era clásica, sólida. Sabía componer versos latinos




La Jornada: Ouverture: el libro no morirá

4/8/10

Escribir


"Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, lo contrario del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, es eso. El libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado".

Marguerite Duras

"Días de calma"


Poema en audio: Día de calma de Luis García Montero por Luis García Montero

1/8/10

Noche de sábado


Qué maravilla escuchar a Octavio Paz hablando sobre Marcel Duchamp y Joseph Cornell.

Éste es el poema con el que cerró el programa:

OBJETOS Y APARICIONES

A Joseph Cornell

Hexaedros de madera y de vidrio
apenas más grandes que una caja de zapatos.
En ellos caben la noche y sus lámparas.

Monumentos a cada momento
hechos con los desechos de cada momento:
jaulas de infinito.

Canicas, botones, dedales, dados,
alfileres, timbres, cuentas de vidrio:
cuentos del tiempo.

Memoria teje y destejo los ecos:
en las cuatro esquinas de la caja
juegan al aleleví damas sin sombra.

El fuego enterrado en el espejo,
el agua dormida en el ágata:
solos de Jenny Lind y Jenny Colon.

"Hay que hacer un cuadro", dijo Degas,
"como se comete un crimen". Pero tú construiste
cajas donde las cosas se aligeran de sus nombres.

Slot machine de visiones,
vaso de encuentro de las reminiscencias,
hotel de grillos y de constelaciones.

Fragmentos mínimos, incoherentes:
al revés de la Historia, creadora de ruinas,
tú hiciste con tus ruinas creaciones.

Teatro de los espíritus:
los objetos juegan al aro
con las leyes de la identidad.

Grand Hotel Couronne: en una redoma
el tres de tréboles y, toda ojos,
Almendrita en los jardines de un reflejo.

Un peine es un harpa
pulsada por la mirada de una niña
muda de nacimiento.

El reflector del ojo mental
disipa et espectáculo:
dios solitario sobre un mundo extinto.

Las apariciones son patentes.
Sus cuerpos pesan menos que la luz.
Duran lo que dura esta frase.

Joseph Cornell: en el interior de tus cajas
mis palabras se volvieron visibles un instante.

18/7/10

CARTA A TOMÁS SEGOVIA



México DF a 18 de julio de 2010

Muy querido Tomás,

Permíteme aprovecharme de tu propuesta epistolar para iniciar esta charla que será contigo, pero sobre todo, y a través de ti, con el estimado amigo Juan Santaella, y no por exceso de confianza, no vayas a creer, sino porque sus cartas nos “seducen” (y pocas veces mejor usado el término) creando tanta intimidad – no importa que sea ficticia o quizás sólo un simulacro, como dirían algunos teóricos contemporáneos – tanta intimidad, decía, que lo siento – y no creo ser la única – como alguien cercano, conocido, casi familiar. Un viejo amigo que se propone contarnos algunos de los secretos de su vida. ¿Será que todas somos hoy un poco Elvira Ulloa?

Pero no nos adelantemos, Tomás, porque lo primero es lo primero, y lo primero de esta carta es la fecha de hoy, 18 de julio. Fecha de infausta memoria, no necesito recordártelo. Fecha que va tejiendo unas extrañas redes que nos vuelven en cierto sentido testigos de la historia, y a la vez cómplices en aquello de las violencias, los recuerdos, los transtierros y demás hierbas. El 18 de julio de 1936 – refresquemos nuestros recuerdos (por cierto, el periódico El País dice que alrededor del 25 % de la población española declara no saber bien qué pasó ese día) – la vida de España, la tuya propia y, por rebote y carácter transitivo, la de muchos de nosotros, cambió para siempre. Encabezados por Francisco Franco los llamados “nacionales” se levantaron en contra de uno de los experimentos sociales y políticos más entrañables del siglo XX: la segunda República Española. El 18 de julio es una fecha emblemática del horror, la intolerancia, el autoritarismo, que da inicio a los sangrientos tres años de la Guerra Civil. Qué tengo yo que contarte a ti de estas cosas, ¿verdad Tomás? Ya he dicho alguna vez que mis hermanos y yo crecimos con las canciones republicanas: “Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero, si me quieres escribir ya sabes mi paradero, tercera brigada mixta, primera línea de fuego. Tercera brigada mixta, primera línea de fuego…”. Esas canciones fueron lo primero que supe de la guerra civil española. Eso y algunos poemas de García Lorca, de Machado, de Miguel Hernández. Porque sí - volveré a ser honesta, aunque me dé un poco de pena - también nos daba por decir poemas. Cuando años más tarde, el maravilloso Luis Rius poblaba sus clases de la mejor poesía en nuestra lengua, con esa voz suya que hacía que todas y todos nos enamoráramos perdidamente de su ya entonces “triste figura”, yo me sentía en familia. Y entre esos poemas que descubrí ya en la facultad pero cuya familiaridad me venía de lejos estaban también los de un tal Tomás Segovia:

No puedo piensa el Nómada
Parar aquí llegado de tan lejos
Sabiendo que ni huella
Ni semilla
Ni herida mía alguna he de dejar
Sin buscarle los ojos a esta tierra
De mirada huidiza
Sin obligar al menos
A que mueva los labios.


Tengo que aclarar que mi madre no cantaba porque fuera española, ni hija ni nieta de camborios. Lo hacía porque simplemente estaba convencida de que las luchas de todos los pueblos por un mundo más libre y más justo (qué grandilocuentes suenan de pronto estas palabras) eran su propia lucha (difícil explicar hoy todo esto). Tal vez baste para explicarlo la frase que te he leído en algún lado: ella era de la época en que el socialismo era una moral. Luego vinieron nuestra propia dictadura y los 30 mil desaparecidos y el exilio. Y con el exilio la llegada a México. Y para mí, el descubrimiento a la vez del dolor de las despedidas y el territorio de libertad que México le regaló a mis 16 años. Si pudiéramos ver nuestro pasado con “Google maps”, en el mío aparecería sin duda el distrito federal de mi adolescencia, y si de a poco me fuera acercando vería las Torres de Mixcoac, el mercado y un poquito más hacia abajo, el Madrid, por supuesto. Pues sí, porque aquellos rumbos “hispano mixcoaquenses” compartían algo también de los principios que defendía mi madre. Así que ahí fuimos todos, chilenos, argentinos, uruguayos, bolivianos, a encontrar un lugarcito tibio donde los hijos de la guerra civil lo habían encontrado antes. Y yo se ve que cumplo en mucho la frase de Max Aub: uno es de donde hace su bachillerato (lugar, por cierto, donde nacen grandes y muchas veces duraderos amores, como lo muestran algunos de los cuentos que Juan le manda a Elvira junto con las cartas).
Y no vas a creer, querido Tomás, quién fue una de las primeras personas que nos recibió a mi hermano Pablo y a mí en el “castillo”, que no era de la realeza sino de los transterrados republicanos, con una generosidad y una calidez que es ya proverbial. Exactamente: María Luisa Capella. Tu María Luisa. Digo, no es que yo quiera encontrarle cinco pies al gato con el pretexto de que me invitaron a presentar tu nuevo libro, te lo juro, pero dime tú si no es cierto que se han ido cruzando nuestros caminos. Será que, como has dicho tú, "Buscar las raíces no es más que una forma subterránea de andarse por las ramas”, y a la inversa podríamos agregar.

“Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero…”. Qué tema éste de la memoria histórica, ¿no Tomás? Qué tema, cuando lo más fácil es apretar la tecla “delete” para que “no quede huella, que no y que no”, como canta Bronco, para seguir con aquello de las canciones. Pero la huella está. Y están los sobrevivientes que con el rostro ajado y el puño en alto se reunieron en el Cementerio de la Almudena en Madrid, para recordar otra fecha: el 14 de abril. Y los hijos de sus hijos. Y espérate, espérate, porque ya sé que todo eso lo sabes y mejor que yo, pero fíjate que el juez que se comprometió a hacer justicia a pesar de los tantísimos años que han pasado y que se ha convertido él mismo en un perseguido político, Baltasar Garzón, está hoy ¿sabes dónde? En Buenos Aires. Invitado como orador principal en la ceremonia para recordar nuestro propio 18 de julio de la ignominia. El 18 de julio de 1994 era lunes, y a las 9:23 de la mañana una bomba estalló en la Asociación Mutual Israelita Argentina matando a 87 personas y dejando heridas a otras 300. Todavía como tantas otras veces, como en tantos otros casos y en tantos otros países, no se ha hecho justicia.

Así que celebro, querido Tomás, que a través de tus “Cartas de un jubilado” podamos hoy cambiarle un poco el signo a esta fecha. Porque la memoria, como bien lo sabe tu amigo Juan, no tiene que ser un lastre que paralice sino un pretexto para festejar que la vida sigue.

Y ahora que hablo de Juan y de sus cartas a Elvira - ¿a quién si no, con ese nombre, podría escribirle? – pienso en el largo ejercicio de seducción que es la escritura. Seducción que en el caso de ellos, los entrañables protagonistas de tu último libro, es también complicidad de viejos amantes. Y ahí está la poesía, está el lenguaje, como creación en tanto des-cubrimiento, porque quitando lenta, morosamente, “a morosamente”, lo que lo cubre es como va apareciendo el cuerpo amado – que a la larga no hay cuerpo deseado que no sea amado, como nos enseña tu epistolar amigo -.
En ese cuerpo amado, que es también el del lenguaje, quien escribe busca su propio rostro como en un espejo, para adivinarse visto por la otra piel. Para tratar de saber – tarea imposible si las hay – cómo es uno mismo en los ojos del otro. Por eso el ejercicio de la seducción vuelto palabra es también exploración por el propio interior. ¿Quiso Juan saber, Tomás, quién era, o quizás quién seguía siendo, buscándose a sí mismo en las palabras de Elvira? Y tal vez por eso no importe demasiado que el libro no nos dé a leer también las cartas de ella, aunque algo de ellas conozcamos o intuyamos en las respuestas de tu don Juan, que no será nunca “un vulgar tenorio” como lo dice en alguna de las líneas. Es el tuyo, Tomás, un “Dramma gioccoso”, como llamaban al Don Giovanni de Mozart, que tú has recuperado; un “dramma gioccoso” construido a través de esta correspondencia que seguramente estuvo guardada en alguna antigua caja que podemos imaginar algo perfumada aún; una caja a la que supongo te dejaría asomar Ana Hübner, autora de la introducción, para seguir con el juego de las cajas chinas, o de las muñecas rusas diría yo por aquello de los orígenes y los ancestros de los que hablábamos al principio, o del “relato enmarcado” como dirían los críticos mucho más rigurosos y menos subjetivos y afectivos que yo. Pero lo juguetón no le quita lo melancólico a estas páginas que acabas de publicar. Será porque las primeras líneas – las que nos llegan escritas por Ana – nos alertan ya sobre la muerte de los protagonistas, será porque el paso del tiempo es una presencia subrepticia pero implacable a lo largo del libro, será porque un don Juan envejecido despierta más nostalgia que ironía, el asunto es, querido Tomás, que me quedé con ganas de leer la carta 28 y la 29 y la 30, y todas las que vendrían después de la que cierra el libro, y poder quizás mirar el buzón un par de veces por semana para ver si ha llegado sobre de Sevilla.

Y quizás hablando del tiempo, de la vida y de la muerte vengan al caso - ¿por qué no? - estos versos que escribiste hace algunos años y que tanto me gustan:

Y yo voy mientras como quien espera
Que le alcance en viaje una noticia
Con un oído siempre hacia lo alto
Y en la frente este humo tercamente
Por si pasa la vida
Que me reconozca


Como buen transterrado que desde pequeño conoció el sabor de la distancia, aunque digas – y me sumo – que eres no ciudadano, o ciudadano de más de una tierra, eres un fanático de las cartas. Ahí están tus “Cartas cabales” con el famoso - gracias a ti -Matías Vegoso, a quien aún podemos ver cada tanto en tu blog, las cartas con Octavio Paz, las de la sección “Correo ordinario” que está en Bisutería cuyos títulos Carta insulsa, carta onirista, carta de adiós, carta en dos fechas, carta nemorosa, carta seminudista, carta incestuosa, carta culta y otras, muestran la variedad de tu pasión epistolar. Y como trashumante que eres sabes que las palabras que llegan del otro lado del mundo (siempre llegan del otro lado del mundo) son parte insustituible de la vida. Por eso pintaré en los muros de las ciudades donde haya gente querida el poema “Voto postal”: “Amigos bombeadme una sangre postal / Oh correo mi largo cordón umbilical”.

El ejercicio epistolar, que nace en la más absoluta intimidad de quien escribe y pretende llegar a la intimidad del destinatario, nos vuelve de pronto “voyeurs”, degustadores de historias ajenas. La ficción de la verdad que cuentan las cartas de Juan a Elvira nos hace “espiones” partícipes de los encuentros y desencuentros que han marcado su relación, de las discusiones y charlas sobre los celos, el amor, la seducción, el donjuanismo, la pareja. Y ambos, como él le dice a ella en alguna de las cartas, han hecho de nosotros sus cómplices, sus semejantes, sus hermanos, en aquello de la adicción a la escritura y a la melancólica conversación con quien está lejos.

La figura de don Juan – y no hablo ahora de Santaella (más que significativo apellido por lo demás. ¿Santas todas las ellas, tal vez?) sino de la figura mítica que han recreado, castigado o celebrado decenas de artistas de todos los tiempo – es casi un pretexto para que tus personajes construyan un nuevo arte de amar, Tomás, en el que la libertad del otro es un requisito sine qua non y la confianza una acompañante imprescindible del deseo. Lo que no entre dentro de esas reglas del juego quedará fuera. La ironía más sutil que hiriente, la burla cariñosa serán entonces las herramientas de la crítica entre Elvira y Juan. Las “relaciones peligrosas” no serán ahora las que se tejen entre el vizconde Valmont, la marquesa de Merteuil y la incauta Mme. De Tourvel (aunque de pronto la ficción, de la que rápidamente la pluma de Juan reniega, pueda llevarlos a identificarse con ellos), sino entre los examantes y esa joven, hija de uruguayos, que pretende estudiar en Sevilla: Cecilia. Y sin embargo, qué poco importa ese tercer personaje en el diálogo que sostienen los otros dos; es casi el “accidente” que les ha permitido ponerse nuevamente en contacto. Y ahí está el juego de la seducción, en el que ambos participaron hace ya tanto tiempo y donde cada uno sedujo al otro, como bien lo dice una de las cartas (cito: “¿Crees que sólo Romero seduce a Julieta y que Julieta no seduce a Romero…?” p.53 O, como él le confiesa páginas más adelante: “Mi seducción consistió siempre en pedirte que me sedujeras” p.58). Porque el que seduce le da la vida al que es seducido: no la felicidad, no el placer, sino la vida. El hombre naciendo de la costilla de Eva. De ahí ese juego doble que Juan sabe que existe en la seducción. No es una “conquista”; nada más alejado de la propuesta de Santaella que el “coleccionista” de mujeres. Conquista y seducción no van de la mano a pesar de lo que digan los miles de sitios de Internet que aparecen si pones ambas palabras (y cuando digo “miles” en realidad me estoy quedando corta: son alrededor de un millón y tantos). Haz la prueba en Google, Tomás, y verás que la reificación, la “cosificación” de lo femenino acompaña el desprecio por todo aquello que defienden estas “Cartas de un jubilado”. Sólo algunos ejemplos tomados de la primera página: “Seducción: conquista a la chica de tus sueños”, “Escuela de seducción: conquista mujeres sin salir de casa”, “El arte de la conquista (seducción) de John Devi”, etc. etc. ¿Y el arte, y la escritura, y el amor cortés, y oriente? Se ve que no han llegado aún a la realidad virtual. Quizás la seducción sea hoy casi un anacronismo; la violencia cotidiana, la prisa permanente, el individualismo, todo atenta contra el viejo arte de ir descubriendo al otro y dejarse descubrir por él, como decíamos al principio de estas páginas, querido Tomás. Como en el tema de la memoria, también aquí pareciera que se privilegia el que no quede huella, “que no y que no”, que nada nos marque, que no nos hagan mirar la vida de otra manera, que no nos hagan saber quiénes somos, que no nos obliguen a conocer nuestro propio rostro en la mirada del otro. Tu Juan le propone a Elvira un ejercicio casi del pasado: volver al juego de la seducción a través de la inteligencia, del humor, de la sutileza, de la ironía que sólo la palabra puede permitir. ¿Y acaso es otra cosa la literatura, Tomás?

¿Y no los salva eso del verdadero Comendador, como decían por ahí? ¿De Cronos? ¿Importa algo la introducción que dice que estas cartas se dan a conocer cuando ambos protagonistas han muerto ya? ¿Podemos decir que han muerto de verdad cuando estamos leyéndolos; conociendo sus argumentos, sus reflexiones, sus pasiones, sus amores, sus miedos? Para mí, está más muerta, Tomás, esa Ana Hübner que te hace llegar la correspondencia.
Sabes mejor que yo que hay muchísimos temas que estoy dejando en el tintero, pero también sabes mejor que yo que si una carta se vuelve demasiado larga no funciona, no seduce ¿no es así? Así que termino aquí estas frases que he tejido alrededor de tu historia de seductores y seducidos, burladores y celosos, enamorados y tímidos, que nos lleva de Tirso de Molina a Lord Byron, de George Brassens a Kierkegard, de Mozart a Zorrilla, con ganas de volver a ella – que es lo que nos pasa con los libros que valen la pena -. Por eso, Tomás, si me lo permites, cerraría yo con la frase de otro gran seductor (quizás uno de los pocos que no aparecen en las Cartas de un jubilado), una frase que, por cierto, nunca fue dicha donde ha pasado a la historia que fue dicha, pero que nos va a permitir regresar una y otra vez a tus páginas: me refiero a la frase de “Casablanca”, pero me gustaría citarla de donde vale más la pena: de “Sueños de un seductor”, porque no me cabe duda de que – como Woody Allen con Humphrey Bogart - somos todos tus aprendices en el sentido más honesto y admirativo del término, Tomás.
Así que, por favor, “Play it again, Sam”.


(Texto leído en Bellas Artes en la presentación del libro de Tomás Segovia, Cartas de un jubilado, México, Ediciones sin Nombre/Universidad del Claustro de Sor Juana, 2010)

4/7/10

CAETANO VELOSO "LEAOZINHO"

Por el gusto de compartirlo con ustedes.

Tiempo de vida



“Contamos con el arte para que la verdad no nos destruya”. Esta frase de Nietzsche fue elegida por Marcos Giralt Torrente como epígrafe para su libro Tiempo de vida. ¿Y cuál es esa verdad que puede destruir en la obra más reciente del autor madrileño? La de la relación que tuvo con su padre, el pintor Juan Giralt. Una relación difícil, compleja, cargada de malentendidos, y a la vez, por supuesto, de amor incondicional; relación de la cual el hijo va dando cuenta a través de un tono confesional en páginas que inician con la muerte. La tristeza se mezcla con el desasosiego que provoca la orfandad en esta propuesta de escritura que trata de entender los lazos que se tejieron entre padre e hijo, tal como lo hicieron otros escritores en las diversas obras a las que Giralt se acercó buscando respuestas a sus propias preguntas: La invención de la soledad de Paul Auster, Patrimonio de Philip Roth, Mi oído en su corazón de Hanif Kureishi, entre otras. Pero fue necesario que él mismo se sumergiera en su interior, en sus propios recuerdos, en las imágenes que fue construyendo con los años, en el dolor por el tiempo de convivencia perdido, para poder resolver siquiera en una pequeña medida una vida de desencuentros.
Tiempo de vida es una novela del duelo, pero no por ello hace concesiones. Marcos Giralt es implacable con todos los personajes que se mueven en el drama familiar empezando por sí mismo, intuyendo que quizás nada hubiera cambiado en las relaciones tejidas entre todos aun habiendo sabido el desenlace. Y sin embargo, nos queda la memoria…
Por lo que compartimos de pérdida, por la parte del dolor que está siempre dentro nuestro, por los rostros queridos que no veremos más, copia estas líneas y le agradezco a Marcos Giralt Torrent la posibilidad de haber llorado todas las ausencias este fin de semana:
Se necesitan muchos días sin oír el teléfono la voz de una persona para acostumbrarnos a su ausencia; se necesitan muchos días reprimiendo el impulso de llamarla para acostumbrarnos a que ya no contestará, se necesitan muchos días guardándonos comentarios que sólo a ella haríamos para acostumbrarnos a que en adelante será así, se necesitan muchos días preguntándonos que diría de algo sobre lo que, sabemos, tendría una opinión más certera que la nuestra para acostumbrarnos a que a partir de ahora deberá bastarnos con nuestro criterios, se necesitan muchos días mirando sus fotos para acostumbrarnos a que son las fotos de un muerto, se necesitan muchos días contemplando lo que nos legó para acostumbrarnos a que ya no es suyo sino nuestro, se necesitan muchos días haciendo recuento de vivencias comunes para acostumbrarnos a que jamás se repetirán, a que sólo nos queda la memoria. (p.198)

Datos biográficos de Marcos Giralt Torrente
http://www.anagrama-ed.es/autor/434

3/7/10

Nuestros escarabajos


Y porque no todo es futbol (danke!) ni elecciones, va mi artículo de hoy en "Kiosko" de El Universal.

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/48922.html

14/6/10

En busca del cuento perdido

Hola a todos,

Hoy, lunes 14 de junio, de 15 a 15:30 hrs.empezamos "En busca del cuento perdido", un programa hecho conjuntamente por el Instituto Mexicano de la Radio y la Universidad del Claustro de Sor Juana. Se transmitirá por Horizonte. Escúchenlo en el 107.9 fm en la ciudad de México, o en línea http://www.horizonte.imer.com.mx/

Escríbanme a ver qué les parece.

22/5/10

Al azar

Hola a todos,

Los invito a leer mi artículo de hoy en El Universal. ¡Bienvenidos los comentarios!

http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/48446.html

29/4/10

España al revés

“España al revés”. Por la memoria. Por la justicia.
El Universal 24 de abril de 2010

Para Pablo Lorenzano Menna,
hijo de desaparecidos,
hermano de todos


“Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero, si me quieres escribir ya sabes mi paradero, tercera brigada mixta, primera línea de fuego. Tercera brigada mixta, primera línea de fuego…”, cantaba mi madre mientras íbamos en el coche rumbo a la playa, en un camino que a mis hermanos y a mí nos parecía interminable, y que sólo las canciones que desafinábamos en familia (ni modo, tengo que ser honesta: ninguno de nosotros heredó el oído del abuelo cellista) hacían más o menos llevadero. “El Ejército del Ebro, rumba la rumba, la rumba la. El Ejército del Ebro, rumba, la rumba, la rumba la, una noche el río pasó. Ay Carmela. Ay Carmela”.
Esas canciones fueron lo primero que supe de la Guerra Civil Española. Eso y algunos poemas de García Lorca, de Machado, de Miguel Hernández. Porque sí - volveré a ser honesta, aunque me dé un poco de pena - también nos daba por decir poemas.

Cuando años más tarde, el maravilloso Luis Rius poblaba sus clases de la mejor poesía en nuestra lengua, con esa voz suya que hacía que todas y todos nos enamoráramos perdidamente de su ya entonces “triste figura”, yo me sentía en familia. Tengo que aclarar que mi madre no era española, ni hija ni nieta de camborios, Simplemente estaba convencida de que las luchas de todos los pueblos por un mundo más libre y más justo (qué grandilocuentes suenan de pronto estas palabras) eran su propia lucha (difícil explicar esto en el reino de la banalidad y el individualismo en el que estamos inmersos, ¿no?). El “internacionalismo”, la solidaridad, el compromiso, formaban parte de su identidad. De la de ella y de toda una generación (ésa que fue diezmada por la dictadura militar argentina). Era por eso que una parte de su corazoncito estaba con el experimento democrático más entrañable del siglo XX: la República Española.

Me acordé de todo esto hace un par de semanas; el 14 de abril claro, como cada 14 de abril, fecha del nacimiento de la República. Hoy hace ya 79 años. “Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero. Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero…”. ¡Qué tema éste de la memoria histórica! ¡Qué tema cuando lo más fácil es apretar la tecla “delete” para que “no quede huella, que no y que no”, como canta Bronco! Pero la huella está. Están las heridas todavía abiertas. Están los sobrevivientes que con el rostro ajado y el puño en alto se reunieron frente al muro de la ignominia en el Cementerio de la Almudena en Madrid.

Allí donde fueron fusilados más de 3,000 republicanos entre 1939 y 1943, en pleno régimen franquista, y llevaron claveles rojos que pusieron junto a las fotos de las víctimas. Está el viejo militante que participó, envuelto en la bandera roja, amarilla y morada, en la ceremonia de Buchenbald donde pasó largos, larguísimo meses. Están los hijos y nietos que buscan los cuerpos de sus seres queridos, que reclaman justicia, que cantan aún el Himno de Riego, y que hoy firman los cientos de cartas de apoyo al Juez Baltasar Garzón que circulan por el mundo. Porque parece increíble, pero es cierto: el juez que quiere hacer valer la justicia para condenar los crímenes de Franco es hoy un perseguido por ese mismo sistema judicial al que pertenece. Él es el perseguido. No los crímenes.

¿Es éste el pacto sobre el cual se ha sostenido la democracia en España? ¿Un pacto de silencio y “olvido”? Acusan a Garzón de prevaricación por investigar los crímenes y desapariciones ocurridos durante el franquismo, algo supuestamente fuera de su competencia, según lo establecido en la Ley de Amnistía.

Pero ¿dónde queda entonces el pedido de nulidad de dicha ley que ha hecho la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas? Los crímenes de lesa humanidad no están sujetos a ella. Los crímenes de lesa humanidad no prescriben. “España al revés: corruptos y fascistas juzgan al juez”, es una consigna que se grita en las manifestaciones de apoyo al Juez Garzón.
La escritora Almudena Grandes, los poetas Luis García Montero y Marcos Ana, Pedro Almodóvar, los actores Pilar Bardem, Aitana Sánchez Gijón y Juan Diego Botto, entre otros, han creado la “Plataforma contra la Impunidad del Franquismo”, y en uno de sus actos han recitado poemas de Miguel Hernández. “Para la libertad, sangro lucho, pervivo…”. Los mismos que nos enseñaba mi madre.

14/4/10

14 de abril

Con la República Española en el recuerdo. Por la memoria. Por la justicia.

ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ
César Vallejo

Niños del mundo,
si cae España -digo, es un decir-
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!

¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra maestra con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!

Si cae -digo, es un decir- si cae
España, de la tierra para abajo,
niños, ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptóngo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!

Niños,
hijos de los guerreros, entretanto,
bajad la voz, que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
con su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera hablando y habla y habla,
la calavera, aquella de la trenza,
la calavera, aquella de la vida!

¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llando
de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta; si la madre
España cae -digo, es un decir-
salid, niños del mundo; id a buscarla!…

10/4/10

Las voces que hablan de las ausencias

Los invito a leer mi artículo en El Universal de hoy:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47947.html

25/2/10

Lavorare Stanca

Hermoso video: texto Cesare Pavese, fotografía Andrei Tarkovsky, música Ennio Morricone.

14/2/10

Dos libros - absolutamente diferentes - para cerrar la semana


Cuentos eróticos de San Valentín. Prólogo de Luis García Berlanga, Tusquets Editores, México, 2007.

Una joyita más de la clásica colección “La sonrisa vertical” de Tusquets que, en este caso, reúne 10 cuentos de autores españoles e hispanoamericanos. Están, entre otros: la valenciana Carmina Amorós, el hondureño Horacio Castellanos Moya, la argentina Esther Cross, y nuestra admirada Cristina Rivera Garza, como representante de México.
Las historias y los enfoques de cada uno son absolutamente diversos: podremos presenciar la voluptuosidad de una Lolita que revive su pasión 20 años después, o los avatares de un hombre casado que celebra la fecha con su amante en un hotel demasiado concurrido; nos sumiremos en las ensoñaciones de alguien a punto de entrar a la sala de operaciones, o seguiremos los pasos de un detective que descubrirá un tórrido secreto. En fin, como dice el escritor Luis García Berlanga en el prólogo de la antología, “Los relatos confirman lo que se dice en uno de ellos: Todo es erotismo o nada lo es: todo cae debajo del erotismo para una mente que se encuentra predispuesta a lo erótico, y nada lo hace para quien no se encuentra predispuesto a ello.”
¡¡Para cerrar el 14 de febrero con broche de oro!!



Corazón de Kaláshnikov. El amor en los tiempos del narco, de Alejandro Páez Varela, México, Editorial Planeta, 2009.

Una novela dura, violenta y terriblemente melancólica que se sumerge en los mundos del narcotráfico, la marginalidad y la pobreza que marcan la realidad de nuestra frontera norte. Hoy que Ciudad Juárez le exige al gobierno el retiro del ejército de su territorio, los 5 mil muertos que ha dejado la violencia en aquella ciudad durante los últimos dos años – a los que se suman los 15 jóvenes masacrados hace apenas dos semanas mientras estaban en una fiesta – son la fuerza que alimenta a una ciudadanía en lucha.
“Habría querido hacer una novela de amor – dijo el autor - ésa era la intención original, había basado esta historia en tres historias de amor... lo que salió fue la realidad de Ciudad Juárez... este país está en guerra desde hace mucho tiempo lo que pasa es que ahora se ha extendido y se ha extendido por un grave error que fue haber lanzado esta guerra contra el narco que como lo sabemos fue por razones políticas”.

16/1/10

Brother, I'm dying

Los invito a leer mi artículo sobre Haití en El Universal de hoy:

Brother, I'm dying

Sandra Lorenzano

Escucho las noticias que llegan de Haití, leo los reportes, los artículos, las entrevistas, los mensajes que mandan por Twitter. Miro los videos y las fotos de la tragedia. Digo qué horror, qué horror, qué horror… Tres veces a modo de conjuro. Hablamos a la Embajada. Juntamos agua, medicinas. Sigo diciendo qué horror. Hace dos días fuimos a ver qué sucedía en los albergues del GDF. La gente se está muriendo en las calles por el frío. No hay comida suficiente. No hay abrigos. Eso es acá, no en Haití. En esta ciudad nuestra, también nos topamos con el horror. Pero hoy es Haití. Una desgarradora foto de un hombre llorando con un bebé muerto en brazos. Hay cien mil muertos, dicen. Se abren las antiguas fosas y se echan los nuevos cadáveres. No hay cómo juntar tantos...

Artículo completo en:
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/47065.html

14/1/10

10 escritores imprescindibles de la literatura haitiana

René Dépestre, Premio Renaudot 1988 por Hadriana dans tous mes rêves.
Frankétienne, máximo exponente del movement spiralist;
Gary Victor (À l’angle des rues parallèles);
Mimi Barthélémy, narradora de cuentos;
Ketly Mars;
Danny Laferrière;
René Philoctéte (Une saison de cigales);
Dr. Jaques Stephen Alexis, nacido en Gonaïves. Entre sus obras destacan: Compère Général Soleil, La Niña Estrellita y Romancero aux étoiles ;
Jaques Roumain (Les gouverneurs de la rosée);
Me. Jean-Robert Constant, también de por aquí (Gonaïves, bastion du déchoquage).
Además, me han recomendado los escritores de La Ronde (Frédéric Marcelin, Fernand Hibbert, Justin Lhérisson, Antoine Innocent) y del Indigénisme como: Jean Price-Mars, Jaques Stephen Alexis y Jaques Roumain.

Tomado de http://fromhaiti.blogspot.com/2007/01/10-escritores-imprescindibles-de-la.html

13/1/10

Haití

Nuestra solidaridad con Haití. Donemos lo que necesiten: Embajada de Haití en México Presa Don Martín 53 (Irrigación) 55572062

http://www.cnn.com/2010/WORLD/americas/01/13/haiti.earthquake/index.html

12/1/10

Eric Rohmer

Va un fragmento de "El rayo verde" como homenaje al gran director.

Moscas


Acuérdense de mandar sus textos sobre moscas a http://veohistorias.blogspot.com o a mi correo: slorenzano@gmail.com

Hoy los leeremos en Reactor 105.7 a las 9 PM, y los mejores se llevarán de regalo ejemplares del maravilloso número de Artes de México, "Elogio de la mosca en el arte".

¡Participen!

9/1/10

Recordando a Albert Camus a 50 años de su muerte


Hoy sale un excelente artículo sobre Camus de Bernard-Henry Lévy, en Babelia.

http://www.elpais.com/articulo/portada/siglos/Camus/elpepuculbab/20100109elpbabpor_3/Tes?print=1

Los dos siglos de Camus

Esta semana se han cumplido 50 años de la muerte del autor de "El extranjero". Su obra recorrió una parte crucial del siglo XX y sirve para tratar de entender el XXI
BERNARD-HENRI LÉVY 09/01/2010

El 4 de enero de 1960, cuando el coche Facel-Vega de Michel Gallimard se choca contra un plátano entre Champigny-sur-Yonne y Villeneuve-la-Guyard, Albert Camus no tiene más que 46 años. Nos olvidamos siempre de lo joven que murió Camus. Nos olvidamos siempre de lo joven que era Camus. En 1960, todavía quedaba por vivir el triunfo y la agonía del gaullismo. Todavía quedaba por ver el Mayo del 68, en el que él no habría tenido más que 54 años y toda la oportunidad de asistir a la venganza completa de las tesis de El hombre rebelde. Es él, y desde luego no Raymond Aron, quien, diez años después, habría acompañado a Sartre al Elíseo a defender ante Giscard d'Estaing la causa de los boat people vietnamitas. Habría estado presente cuando la elección de François Mitterrand, habría dicho lo que pensaba -él, no su hijo- de la extraña religión cívica que es la religión del Panteón. Habría tenido 76 años en el momento de la caída de un comunismo que no habría contado, en el siglo XX, con un adversario más encarnizado ni más constante que él. Habría tenido 79 al comenzar la guerra de Bosnia y sus enfrentamientos fratricidas: ¿habría pensado en lanzar, como en el momento de la guerra de Argelia, uno de esos llamamientos a la tregua civil cuyo secreto poseía, o habría estado, sin matices, al lado de quienes apoyaban a los sitiados de Sarajevo contra los asesinos serbios? Soñamos con lo que el perdonavidas incansable de la "política del crimen", el analista de los mecanismos infernales que unían, en la "época de los asesinos", los "crímenes pasionales" y los "crímenes de la lógica", el "terrorismo de Estado" y el "terror irracional", habría tenido que decir ante el genocidio ruandés. Todavía hoy... Ya sé que René Lehmann, su médico, decía que sus pulmones estaban demasiado destruidos para que pudiera vivir mucho tiempo, pero ¿quién sabe? Hoy tendría siete años más que su amigo Jean Daniel. Tres menos que Claude Lévi-Strauss. Y podría muy bien estar presente para hacer una bella declaración, al día siguiente del fracaso de la cumbre de Copenhague, sobre el tema "salvar los cuerpos es hoy salvar la tierra". Pero bueno. Por desgracia, está muerto, murió el 4 de enero de 1960 en esa carretera, con el manuscrito de El primer hombre y La gaya ciencia en su cartera. Y el gran debate del momento, el único, era el de la guerra de Argelia.


http://www.elpais.com/articulo/portada/siglos/Camus/elpepuculbab/20100109elpbabpor_3/Tes

28/12/09

¿Quién mató a Esther Chávez Cano?

Queridos,

Quisiera compartir con ustedes el estupendo artículo que Lydia Cacho escribió sobre la muerte de esta admirable luchadora social.


México, Diciembre 25 de 2009

¿Quién mató a Esther Chávez Cano?

Lydia Cacho

A Esther la conocí en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1994 durante un
encuentro de mujeres. De inmediato comenzamos a hablar sobre qué hacer
para defender los derechos de las mujeres; yo como buena reportera
tomé mi libreta y escribí sus respuestas, ella con su mano sutilmente
detenía mi pluma y me pedía que la mirara a los ojos. Mira Lydia
ustedes que están jóvenes tienen que saber cómo van a dar la batalla,
apenas estamos intentando abrir la cloaca y cuando comiencen a salir
las ratas tendremos que saber qué hacer, cómo hacerlo y quién nos
protegerá. Esto sucedió hace casi dieciséis años.

Esta mujer menuda y recia, nacida en la ciudad de chihuahua el 2 de
junio de 1933 había convocado en 1992, junto con otras once
organizaciones, a la formación de un grupo para defender a las
mujeres. El nombre que eligieron fue 8 de marzo, como símbolo de que
algún día se realizara el sueño de ese colectivo de norteñas que no
pedían permiso para saberse ciudadanas de México y el mundo, para
defender a las mujeres y niñas del corredor fronterizo con los Estados
Unidos.

Esther tenía una mente matemática, su experiencia como contable le
preparó para convertirse en la primera mexicana que llevo el registro
y contabilizó, de forma empírica pero impecable y detallada, todos y
cada uno de los asesinatos de niñas y mujeres en su estado. Fue ella
quien nos señaló el camino, fue Esther quien intuyó que las cloacas
simbólicas no eran subterráneos callejeros sino instituciones del
Estado mexicano y colectivos de hombres capaces de asesinar por placer
y por poder. Fue ella quien apuntó en su primera libreta los detalles
de cómo aparecían las víctimas, de quienes lo reportaban y qué
autoridades hacían o dejaban de hacer. Muy pronto ya no era una
libreta sino varias. Esther no estaba sola, sino acompañada de un
grupo de extraordinarias activistas, todas ellas dispuestas a aprender
y a elaborar estrategias para prevenir la violencia contra las mujeres
y niñas. Fue por ello que en 1999 fundó Casa Amiga, un centro de
atención de crisis en el cual las mujeres tienen un espacio de
seguridad luego e huir de la violencia en casa, o cuando luego de una
violación no reciben más que malos tratos de las autoridades y una
mezcla de miedo y desprecio de su comunidad.

Aunque desde 1993 este colectivo advirtió que existían patrones
criminales en los homicidios de mujeres, los más poderosos empresarios
de Chihuahua eligieron descalificar y acallar las denuncias. Muchos
medios locales despreciaron las advertencias y el análisis prospectivo
que desde entonces se hacía sobre la descomposición de Chihuahua y de
Ciudad Juárez en particular. Ahora, a fines de 2009 esos mismos
empresarios, periodistas y autoridades que descalificaron a Esther,
han huido de México y viven en el otro lado de la frontera bajo el
amparo de las leyes norteamericanas. A esos Esther les llamaba “los
cómplices voluntarios”. Como una contable decidida a no perder la
cuenta de las ignominias y sus autores, Esther escribió los nombres de
aquellos que, teniendo poder para proteger la vida de las mujeres y
niñas, elegían ignorar sus asesinatos; aquellos que teniendo el poder
económico, político y social para cambiar a México, elegían no
hacerlo. Esther los señaló con la mano firme y la palabra justa y
verdadera.

El 17 de diciembre de hace cuatro años, la tarde que salí de la
prisión a la que me llevaron los protectores de las redes de trata de
mujeres aliados al gobernador Mario Marín, Esther Chávez Cano me
llamó. “Tienes que ser fuerte –me dijo sin quebrarse- es la hora de la
batalla, sacaste sus nombres a luz y te acompañamos para señalarlos,
siempre lo haremos, pero tú eres el blanco y ésta es una batalla
solitaria”. Esther siempre supo en qué momentos debía abrazarnos como
una madre nutricia y amorosa y cuándo debía señalar la ruta y la
estrategia para seguir adelante.

A lo largo de estos quince años Esther fue un faro internacional para
que el mundo encontrara el camino hacia Chihuahua, para que las y los
mexicanos que elegimos escuchar y hacer eco de la realidad, pudiésemos
narrar -que no entender- el fenómeno del feminicidio mexicano. Ella
vio la muerte de cerca muchas veces, pero pasó la mayor parte de su
existencia haciendo honor a la vida, a la suya, a la de las otras
mujeres y niñas y niños. Cada día reivindicaba el derecho de las y los
mexicanos a vivir con dignidad, a perseguir el sueño de un país libre
de violencia. Insistía en que para la reparación de México
precisábamos mostrarlo tal cual es, diagnosticar su enfermedad y
comenzar su tratamiento desde las raíces.

Cuando yo decidí abrir un refugio para mujeres maltratadas en Cancún
le mostré el proyecto a Esther, con esa sonrisa que iluminaba su
rostro pequeñito como el de un águila respiró profundo y me dijo que
le emocionaba que por todo el país se fueran abriendo espacios para
que las mujeres se sintieran protegidas y fueran capaces de
reinventarse para luego reconstruir a este país adolorido y machista.
En la última década se han abierto medio centenar de centros similares
en la república mexicana.

Esther ya había recibido el diagnóstico de Cáncer cuando la vi en
Ciudad Juárez; esa tarde tuve ganas de tomarla en mis brazos como si
fuera una niña dulce, la sentí cansada y triste. Se dejó acariñar como
sólo a veces lo hacía, cuando bajaba la guardia y hablaba de sí misma
y no del país ni del dolor de las otras. Se dio permiso para hablar
del miedo y las dos nos preguntamos porqué tantas mujeres que han
dedicado su vida a trabajar por las y los demás, mueren de cáncer.
Hablamos de Cecilia Loría, otra querida guía del movimiento de
mujeres que en ese entonces enfrentaba el sufrimiento de las
radiaciones; Esther dijo que este país mataba a las mujeres y a los
hombres buenos, que esperaba que algún día México protegiera y amara
más la vida que la muerte. Entonces decidió que ella daría la batalla
por su vida. Todas las que la conocimos sabíamos que la maestra Esther
moriría de pie, que la amiga moriría pensando en lo que faltaba por
hacer, que la hermana estaba cansada y en el fondo sabía que había
hecho más que suficiente por su patria y su gente. Todas sabíamos que
Esther moriría pronto, es cierto, pero no estábamos preparadas para
perderla. Este 24 de diciembre la mujer de cuerpo pequeño y espíritu
inconmensurable se fue rodeada de las valientes que eligieron estar a
su lado, que se convirtieron en sus alumnas y maestras, en sus
hermanas y cuidadoras. Esther dio el último suspiro y sólo espero que
en esos momentos finales haya tenido la certeza de que gracias a ella
miles de niñas y mujeres, vivas y muertas, fueron reconocidas y vistas
por el mundo gracias a su voz, a su entereza, a su entrega, a sus
inquebrantables convicciones.

No sé si fue el cáncer, o el dolor y el miedo acumulados, no sé si fue
la angustia de ver su terruño tomado por soldados y narcotraficantes
y bañado de sangre; no sé si fue saber que ella le dio la vuelta al
mundo para pedir ayuda y nos advirtió hace quince años que un país que
ignora el asesinato selectivo de sus niñas y mujeres luego verá la
muerte sistemática de sus hombres y niños. No lo sé.

Como sea, hace unos meses la última vez que hablé con ella, Esther me
dijo que a mi generación le toca seguir con la tarea y ver los frutos
de la paz en México. No tengo la certeza de que lo veremos, pero sí la
convicción de que algo debe cambiar para que este país no quede
impasible ante el deceso de sus mejores hombres y mujeres que trabajan
desde la luz y la congruencia para construir la paz. Ya hemos visto
demasiada muerte, tenderemos que buscar las herramientas para hacerle
honor a la vida, a la dignidad y a la libertad que se merecen –que nos
merecemos- todas y todos los mexicanos. Vaya por Esther Chávez Cano,
por su vida, por las lecciones aprendidas. Por ella y por todas, que
después del llanto encontremos el camino a la esperanza.

Sobre Yasmina Reza

26/12/09

Joyce Carol Oates


Acabo de terminar de leer Mamá de Joyce Carol Oates. Estupenda novela. El duelo por la madre muerta lleva a Nikki, la narradora, a una búsqueda desesperada de sí misma. Secretos, violencia (contenida y no), y la vida en esos pequeños pueblos del Estado de Nueva York - que en mucho recuerdan los escenarios de Pastoral americana de Philip Roth - donde, aparentemente nunca pasa nada.

Éste es el enlace para poder leer el primer capítulo en pdf: http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/mama.pdf

¡Que lo disfruten!

24/12/09

¡¡Felicidades!!

Querid@s tod@s,
Va este hermoso poema de Tomás Segovia como regalo navideño, con mis deseos de que tengan un 2010 lleno de apapachos, versos, utopías, música y el calorcito de la gente querida

CALLADAMENTE

Como la historia misma
Sé bien a qué he sobrevivido
Pero a mí en cambio sé
Que me espera una hora dulce y grave
Se trata de ser digno de vivirla
De conocer mi gran fortuna
De saber que esa hora no era mía
No era de alguno que la mereciese
Sino de alguno que calladamente
A despecho de la historia la aceptase.



Un abrazo inmenso y cariñoso a cada uno



(PD: La cursilería del atardecer es obra de esta bloggera, sepan ustedes diculpar)

Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...