8/7/12

"A mano amada", Ángel González


A mano amada

A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;

allí,
en la esquina más  negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.
Unos empuñan tu mirada verde,
                                                                   otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
                                          me reclaman.

Reconozco los rostros.
                                                No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
                                            la memoria.



¿Cómo seré...

¿Cómo seré o
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.

Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.




Crepúsculo, Albuquerque, invierno

No fue un sueño,
lo vi:

La nieve ardía.



Ángel González nació en Oviedo en 1922.
Publicó, entre otros libros, Áspero mundo 1955, Sin esperanza, con convencimiento1961, Grado elemental 1961, Tratado de urbanismo 1967, Breves acotaciones para una biografía 1971, Prosemas o menos 1983, Deixis de un fantasma 1992 y Otoño y otras luces 2001.
Murió en Madrid en 2008.

Los invito a visitar la muy completa página que le dedica el Instituto Cervantes:
http://bib.cervantesvirtual.com/bib_autor/AGonzalez/

6/7/12

"Carta abierta a mi nieto", Juan Gelman


Carta publicada en el semanario Brecha, Montevideo, el 23 de diciembre de 1998
Esta carta había sido escrita por Juan Gelman en abril de 1995, cuando todavía no sabía que su nieto había podido nacer en Uruguay. Se enteró de esa posibilidad a finales de 1998 y empezó sus trámites con el presidente uruguay Julio María Sanguinetti en 1999.
El poeta pudo abrazar por primera vez a esa nieta nacida en cautiverio y "apropiada" por los militares, Macarena Gelman, 23 años después.

Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca disparado a menos de medio metro de distancia. El estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires y los llevó al campo de concentración Automotores Orletti que funcionaba en pleno Floresta y los militares habían bautizado "el Jardín". Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia. Los dos tenían 20 años y vos, siete meses en el vientre materno cuando eso ocurrió. A ella la trasladaron -y a vos con ella- cuando estuvo a punto de parir. Debe haber dado a luz solita, bajo la mirada de algún médico cómplice de la dictadura militar. Te sacaron entonces de su lado y fuiste a parar -así era casi siempre- a manos de una pareja estéril de marido militar o policía, o juez, o periodista amigo de policía o militar. Había entonces una lista de espera siniestra para cada campo de concentración: Los anotados esperaban quedarse con el hijo robado a las prisioneras que parían y, con alguna excepción, eran asesinadas inmediatamente después. Han pasado 12 años desde que los militares dejaron el gobierno y nada se sabe de tu madre. En cambio, en un tambor de grasa de 200 litros que los militares rellenaron con cemento y arena y arrojaron al Río San Fernando, se encontraron los restos de tu padre 13 años después. Está enterrado en La Tablada. Al menos hay con él esa certeza.
Me resulta muy extraño hablarte de mis hijos como tus padres que no fueron. No sé si sos varón o mujer. Sé que naciste. Me lo aseguró el padre Fiorello Cavalli, de la Secretaría de Estado del Vaticano, en febrero de 1978. Desde entonces me pregunto cuál ha sido tu destino. Me asaltan ideas contrarias. Por un lado, siempre me repugna la posibilidad de que llamaras "papá" a un militar o policía ladrón de vos, o a un amigo de los asesinos de tus padres. Por otro lado, siempre quise que, cualquiera hubiese sido el hogar al fuiste a parar, te criaran y educaran bien y te quisieran mucho. Sin embargo, nunca dejé de pensar que, aún así, algún agujero o falla tenía que haber en el amor que te tuvieran, no tanto porque tus padres de hoy no son los biológicos -como se dice-, sino por el hecho de que alguna conciencia tendrán ellos de tu historia y de como se apoderaron de tu historia y la falsificaron. Imagino que te han mentido mucho.
También pensé todos estos años en que hacer si te encontraba: si arrancarte del hogar que tenías o hablar con tus padres adoptivos para establecer un acuerdo que me permitiera verte y acompañarte, siempre sobre la base de que supieras vos quién eras y de dónde venías. El dilema se reiteraba cada vez -y fueron varias- que asomaba la posibilidad de que las Abuelas de Plaza de Mayo te hubieran encontrado. Se reiteraba de manera diferente, según tu edad en cada momento. Me preocupaba que fueras demasiado chico o chica -por ser suficientemente chico o chica- para entender lo que había pasado. Para entender lo que había pasado. Para entender por qué no eran tus padres los que creías tus padres y a lo mejor querías como a padres. Me preocupaba que padecieras así una doble herida, una suerte de hachazo en el tejido de tu subjetividad en formación. Pero ahora sos grande. Podés enterarte de quién sos y decidir después qué hacer con lo que fuiste. Ahí están las Abuelas y su banco de datos sanguíneos que permiten determinar con precisión científica el origen de hijos de desaparecidos. Tu origen.
Ahora tenés casi la edad de tus padres cuando los mataron y pronto serás mayor que ellos. Ellos se quedaron en los 20 años para siempre. Soñaban mucho con vos y con un mundo más habitable para vos. Me gustaría hablarte de ellos y que me hables de vos. Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él. Para reparar de algún modo ese corte brutal o silencio que en la carne de la familia perpetró la dictadura militar. Para darte tu historia, no para apartarte de lo que no te quieras apartar. Ya sos grande, dije.
Los sueños de Marcelo y Claudia no se han cumplido todavía. Menos vos, que naciste y estás quién sabe dónde ni con quién. Tal vez tengas los ojos verdegrises de mi hijo o los ojos color castaño de su mujer, que poseían un brillo especial y tierno y pícaro. Quién sabe como serás si sos varón. Quién sabe cómo serás si sos mujer. A lo mejor podés salir de ese misterio para entrar en otro: el del encuentro con un abuelo que te espera.

12 de abril de 1995

PD. Automotores Orletti, como es notorio ya, fue centro de la Operación Cóndor en la Argentina. Allí hubo tráfico de embarazadas y de niños secuestrados entre las fuerzas de seguridad de las dictaduras militares del cono sur. Allí operaron represores uruguayos. Mi nieta o nieto, ¿nació en algún centro clandestino de detención del Uruguay?
5 de diciembre de 1998

5/7/12

La memoria, donde se la toque, duele

Memoria I    

Giorgos Seferis
                                              Y el mar ya no existe

Yo no tenía más que una flauta de caña en mis manos;
desierta era la noche, en menguante estaba la luna
y la tierra fragante después del aguacero.
Yo murmuraba: la memoria, donde se la toque, duele;
apenas si hay un poco de cielo, el mar ya no existe,
lo que se mata durante el día, por carradas se lo arroja detrás de la colina.

Distraídamente mis dedos jugueteaban con aquella flauta
que me regaló un viejo pastor porque le di las buenas tardes.
Los otros han olvidado ya el saludo;
se despiertan, se afeitan e inician el día de la matanza
así como se poda o como se opera, metódicamente y sin pasión.
El dolor es un cadáver como Patroclo y ya nadie se deja embaucar.

Yo pensé tocar un aria, pero me abochorna el otro mundo,
aquel que me ve más allá de la noche, en el corazón de mi luz,
tramado de cuerpos vivos, de corazones desnudos,
y el amor, que tanto pertenece a las Furias
como al hombre, a la piedra, al agua y a la hierba,
y aun a la bestia que enrostra la muerte asiéndola.

Así avanzaba sobre el sendero oscuro.
Me volví a mi jardín, enterré la flauta de caña
y nuevamente murmuré: un día, al alba,
la resurrección vendrá;
el rocío de esa mañana centelleará como centellean los árboles en la primavera.
Y otra vez será el mar… Y todavía Afrodita surgirá de las olas.
Somos la simiente que perece. Y regresé a mi casa vacía.

(De Diario de a bordo III)

3/7/12

¿Qué leer?




Mis recomendaciones de esta semana:

La primera es un extraño y fascinante libro escrito por el serbio Goran Petrovic, considerado uno de los autores más importantes de su país, y especialista en literatura serbia y yugoslava por la Universidad de Belgrado. El título es Atlas descrito por el cielo, y ha sido publicado por la editorial Sexto Piso, con prólogo de Alberto Manguel. Anímense a entrar a ese otro mundo de la extraña literatura de Goran Petrovic.
La segunda recomendación es la novela del hidalguense Yuri Herrera llamada Trabajos del reino. En la que el horror de la violencia es visto a través de la mirada de un músico y compositor, y relatado con maravillosa sutileza. Un libro publicado por el Conaculta en su Fondo Editorial Tierra Adentro.
Y cerramos con el interesantísimo estudio de Malva Flores, importante poeta de nuestro país, quien en este caso hace un estudio profundo y cuidadoso de la revista Vuelta de Octavio Paz y de su importancia en la historia de la cultura mexicana. El libro se titula Viaje de Vuelta. Estampas de una revista, y fue publicado por el Fondo de Cultura Económica. Sin duda, una lectura fascinante.


Atlas descrito por el cielo
Goran Petrovic
Sexto piso

"Todo comienza cuando el diverso grupo de personajes principales decide pintar de azul cielo el techo de su casa de una forma peculiar: quitándolo. A partir de ahí el Cartógrafo, Goran Petrović, narra y testimonia, con una escritura cercana a la tradición oral, lo fantásticos sucesos que giran en torno a la casa sin techo y sus habitantes.

A la voluntad de vivir de una forma que transgredí los rígidos límites de la realidad se opone el descontento que estos personajes generan entre vecinos y autoridades estatales, como fuerzas que derriban todo intento por salir de la uniformidad y de la norma. Por fortuna, cuentan con la ayuda de objetos como los Espejos Occidental y Septentrional, o la Enciclopedia Serpentiana, para poder sortear las dificultades que encuentran en el camino. El primero refleja del lado izquierdo la mentira de quien se para enfrente, y del lado derecho su verdad, en tanto que el segundo muestra de manera simultánea el pasado, presente y futuro del reflejado. La Serpentiana es un libro infinito, que lo contiene todo, pero que sólo muestra a cada lector lo que lee en ese momento."



Trabajos del reino 
Yuri Herrera
Conaculta


"Trabajos del Reino, obra en la que su autor plasma la mirada de un compositor de corridos. A través de esta escritura despliega ante el lector un panorama de la “vida palaciega” de un cártel del narcotráfico.

Lobo, protagonista de la novela, es un ser marginado desde su nacimiento. No posee educación, pero le sobra talento para convertir en cantos épicos los sucesos notables, por eso es el Artista. Una tarde se topa con el hombre que habrá de transformar su vida… Así, reconstruyendo el mundo interior del cártel con un lenguaje popular no exento de lirismo, muestra de su excelente oído, y con un tono que algunas veces requiere registro de fábula infantil y otras de tragedia del Renacimiento, las palabras del Artista nos internan en un castillo donde parece reinar la felicidad, pero cunden las intrigas soterradas. El soberano absoluto vive amenazado por los suyos que luchan para arrebatarle el poder, por las bandas rivales, la policía y el ejército."




Viaje de Vuelta. Estampas de una revista
Malva Flores
Fondo de Cultura Económica

"Como en todas las revistas que Octavio paz alentó, Plural y Vuelta tuvieron un alma común: la pasión crítica, atributo que recobraba la antigua tradición de las revistas literarias mexicanas desde el inicio de nuestra vida independiente o incluso antes. Las revistas culturales son un espejo de la vida literaria pero son también la literatura misma. Discrepando de la unanimidad, frente a los embates contemporáneos de la intolerancia política e ideológica, Vuelta se propuso como "un espacio libre donde se pudiesen desplegar, simultáneamente, la imaginación de los escritores y el pensamiento crítico moderno en sus distintas manifestaciones". Malva Flores nos ofrece en estas páginas un panorama general, aunque no por ello exento de rigor y precisión."


2/7/12

Regalos de la vida


Editada hermosamente ha llegado a mis manos la plaquette "Hasta el fin" de Tomás Segovia, con tres de los últimos textos que el poeta escribió y que no habían sido recogidos aún en libro alguno. Me conmueve acercarme a sus palabras; a esas palabras que él sabía ya cerca del fin.

Comparte mi conmoción y los versos con ustedes.


Hasta el fin

En el gran chopo frente a mi balcón
Tan seguro de sí y sin altanería
Tranquilamente vivo
Mientras amarillea ya por trechos
Su verde población
Qué claramente distinguimos
Las hojas pálidas que más agita
Desentendido el viento
Las que más sin querer se balancean
Las que más locamente giran
En torno a su peciolo
Las que van a caer más pronto

Hay una que hace días
Vapuleada más que todas
Tironeada atropellada
Más que cualquier otra
Se aferra más que todas
Su voluntad entera convertida
En uñas dientes garras

También ella hasta el fin resistirá
A este atropello sordociego
Que la quiere arrancar de la densa hermandad
De verdores de sueños de susurros
De inevitable don de amor
A la que tan del todo pertenece.

                                    27 sep 11


Giro

El tiempo tiene esquinas imprevistas
De repente notamos
Que la luz no es la misma
Que el aire  trae un sesgo diferente
Que los frescores vienen de otros lados
Y entonces comprendemos
Que en algún sitio no sabemos cuándo
Sin darnos cuenta hemos doblado
Una esquina del tiempo
Y no sabemos bien ahora
A qué horizonte vamos acercándonos
Pero sabemos que ese horizonte es fresco
Y que el que hemos dejado a derecha o a izquierda
Sin duda era mejor ya no seguirlo.
                                                      9 oct 11



Viaje aéreo

Hemos venido de muy lejos
Lanzados a través de un túnel de rugido
Gigantesca coraza protectora
Colosalmente frágil
Aislados en el puño inescapable
De una ancha sordera
Y ya depositados en la calma y la norma
Nos inquieta pensar que seguimos estando
Tan inquietantemente protegidos
Que aquí también lo más común de nuestras vidas
Corre un medio de un túnel de rugido inaudible
Y también confiamos nuestra calma
A una gran fuerza cada vez más fuerte
Y cada vez más al borde del derrumbe.
                                                            11 oct 11


30/6/12

¡Feliz cumpleaños, José Emilio Pacheco!


Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
     es inasible.
Pero (aunque suene mal)
     daría la vida
por diez lugares suyos,
     cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
     fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
     montañas
-y tres o cuatro ríos.


Gota de lluvia

Una gota de lluvia temblaba en la enredadera.
Toda la noche estaba en esa humedad sombría
que de repente
iluminó la luna.
 

Éxodo

En lo alto del día
eres aquel que vuelve
a borrar de la arena la oquedad de su paso;
el miserable héroe que escapó del combate
y apoyado en su escudo mira arder la derrota;
el náufrago sin nombre que se aferra a otro cuerpo
para que el mar no arroje su cadáver a solas;
el perpetuo exiliado que en el desierto mira
crecer hondas ciudades que en el sol retroceden;
el que clavó sus armas en la piel de un dios muerto
el que escucha en el alba cantar un gallo y otro
porque las profecías se están cumpliendo: atónito
y sin embargo cierto de haber negado todo;
el que abre la mano
                                      y recibe la noche.



Lluvia de sol

La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.
Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.
Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.



Los elementos de la noche

Bajo el mínimo imperio que el verno ha roído
se derrumban los días, la fe, las previsiones.
En el último valle la destrucción se sacia
en ciudades vencidas que la ceniza afrenta.
La lluvia extingue
el bosque iluminado por el relámpago.
La noche deja su veneno.
Las palabras se rompen contra el aire.
Nada se restituye, nada otorga
el verdor a los campos calcinados.
Ni el agua en su destierro
sucederá a la fuente
ni los huesos del águila
volverán por sus alas.

28/6/12

Por el placer de leer a Adrienne Rich



Reparto de tareas

Las revoluciones dan vueltas, pactan, hacen declaraciones:
una revista nueva aparece, viejos nombres en su cabecera,
una revista antigua abrillanta su obra
con deconstrucciones de la prosa de Malcolm X
Las mujeres en las filas traseras de la política
todavía lamen hilo para pasarlo por el ojo
de la aguja, truecan huesos por plástico, rajan vainas
para venderlas como collares en los cruceros
hacen inmaculados vestidos de Primera Comunión
con planchas y vacilante agua caliente
todavía ajustan los microscópicos hilos dorados
en los chips de silicio
todavía dan clase, vigilan a los niños
desaparecidos en las callejuelas de fuego cruzado, los barrancos de
             repentinas inundaciones
los repentinos incendios de queroseno
-mujeres cuyo trabajo reconstruye el mundo
todas y cada una de la mañanas
                                                       He visto a una mujer sentada
entre la estufa y las estrellas
sus dedos chamuscados de apagar las velas
de la pura teoría             Índice y pulgar: los dos quemados:
he sentido esa cera sagrada levantarme ampollas en la mano

1988
Versión de María Soledad Sánchez Gómez


La luna...
                                    (volviendo a casa en coche de una lectura de Robin Blaser)
La luna
no es romántica.              No.              Es
un hecho de la vida y aún
no estamos acostumbrados. Pensarías, refleja
las olas no las atrae.           Así
yo te regiría igual que
he sido regida por ti.              En la carretera de la Costa
entre rachas de niebla
                               ese rostro (sí, tiene
                               expresión) que aparece y desaparece
                               nos habla
                               como hizo él en su galantería
                               y operístico misterio.

Versión de María Soledad Sánchez Gómez


Planetarium 
                                 Inspirado en Caroline Herschel (1750-1848),
                               astrónoma, hermana de William, y en otras...

Una mujer con forma de monstruo
un monstruo con forma de mujer
abundan en los cielos
una mujer            «en la nieve
entre los Relojes e instrumentos
o midiendo el suelo con pértigas»
capaz de descubrir a sus 98 años
8 cometas
aquella sobre quien la luna gobernó
como en nosotras
levita hacia el nocturno cielo
surca distancias en los lentes pulidos
Galaxias de mujeres, cumpliendo ahí
penitencia por impulsivas
congelados nervios
en aquellos espacios           de la mente
Un ojo
              «viril, exacto y absolutamente seguro»
              desde las confusas telarañas de Uranusbor
           
                         encuentra la NOVA
cada impulso de luz estalla
desde el centro
como se descarga nuestra vida
                        Tycho susurra al fin
                        «Que no parezca que he vivido en vano»
Lo que vemos, lo vemos
y ver es cambiar
la luz que marchita una montaña
y le permite a un hombre vivir
Los latidos del pulsar
el corazón exudando por mi cuerpo
El impulso de radio
que fluye desde Taurus
                          Estoy bombardeada             aun así me yergo
Me he mantenido de pie toda la vida en medio
del curso directo de una batería de señales
el más fielmente transmitido el más
intraducible lenguaje en el universo
Soy una nube galáctea tan profunda              tan intrincada
que una onda de luz demoraría 15
años viajando por mí               Y ha ocurrido
Soy un instrumento con forma
de mujer intentando traducir pulsaciones
a imágenes                para aliviar el cuerpo
y reconstruir la mente.

1968
Versión de Myriam Díaz-Diocaretz


Adrienne Rich (16 de mayo de 1929, Baltimore, Maryland - 27 de marzo de 2012, Santa Mónica, California)




27/6/12

Poemas de Malcolm Lowry

Este es un mínimo homenaje al gran escritor cuya muerte recordamos ayer. Lowry murió el 26 de junio de 1957. Sin duda, vale la pena volver a sus poemas
.






















FELICIDAD


Montañas azules con nieve y fría agua azul turbulenta,
Un cielo borrascoso lleno de estrellas encendiéndose
Y Venus y la luna gibosa al amanecer,
Gaviotas siguiendo una motora cara al viento,
Árboles con ramas prendidas al aire-
Sentado al sol del mediodía con la furiosa
Sombra humeante de la chimenea de la cabañaÁguilas
que planean viento abajo,
Golondrinas marinas vuelan a golpes de viento,
Una nueva marca de tabaco a las once,
Y mi amor que vuelve en el autobús de las cuatro
-Dios mío, ¿por qué nos has dado todo esto?


EL BARCO ESTÁ VOLVIENDO A CASA


El barco está volviendo a casa ahora.
El patrón intenta leer pero sueña en el hogar.
El viejo paleador duerme, el motor petardea.
Las luces están dispuestas para iluminarnos desde el pasado.
Hasta un próximo futuro tan poco misterioso como este mástil
Con hierro y lo que el hierro ama del reino que llega.
¡Paciente hierro! Pero, más allá del palo mayor, silenciosa
Oscuridad, o el girar de parpadeantes formaciones de estrellas
A la deriva en un blanco océano de dudas.
Quizá este vagabundo ondula hacia el porvenir
Que ensombrece al océano menos que el odio
En las mentes de marino. ¿Esa estrella es amargura
Entre estrellas de amor? ¿Este carguero lleva a la eternidad?
¿Adónde vamos? Vida sálvanos a todos.


SIN COMPAÑÍA EXCEPTO EL MIEDO

Cómo empezó todo esto y por qué estoy aquí
en esta barra arqueada con la pintura marrón descascarillada,
papegaai, mescal, hennessy, cerveza,
dos viscosas escupideras, sin compañía excepto el miedo:
miedo de la luz, de la primavera, del lamento
de aves y autobuses volando a sitios lejanos,
y de los estudiantes yendo a las carreras,
de chicas brincando con el aire en sus rostros,
pero sin compañía excepto el miedo,
miedo de la fuente volando: y todas las flores
que conocen el sol son mis enemigos,
¿estas, muertas, horas?


SIN TIEMPO DE PARARSE A PENSAR


La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece puedes dar un paseo.
Sin tiempo de pararse a pensar,
La única esperanza es el próximo trago.
Inútil titubear en el límite,
Peor que inútil todo este hablar.
La única esperanza es el próximo trago.
Si te apetece, puedes dar un paseo.


Textos tomados de Malcolm Lowry, Poemas, libro traducido y editado por Visor.

25/6/12

Algo de Oliverio Girondo


Cansancio

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.


El puro no

El no
el no inóvulo
el no nonato
el noo
el no poslodocosmos de impuros ceros noes que noan noan noan
y nooan
y plurimono noan al morbo amorfo noo
no démono
no deo
sin son sin sexo ni órbita
el yerto inóseo noo en unisolo amódulo
sin poros ya sin nódulo
ni yo ni fosa ni hoyo
el macro no ni polvo
el no más nada todo
el puro no
sin no


Ella

Es una intensísima corriente
un relámpago ser de lecho
una dona mórbida ola
un reflujo zumbo de anestesia
una rompiente ente florescente
una voraz contráctil prensil corola entreabierta
y su rocío afrodisíaco
y su carnalesencia
natal
letal
alveolo beodo de violo
es la sed de ella ella y sus vertientes lentas entremuertes que
estrellan y disgregan
aunque Dios sea su vientre
pero también es la crisálida de una inalada larva de la nada
una libélula de médula
una oruga lúbrica desnuda sólo nutrida de frotes
un chupochupo súcubo molusco
que gota a gota agota boca a boca
la mucho mucho gozo
la muy total sofoco
la toda ¡shock! tras ¡shock!
la íntegra colapso
es un hermoso síncope con foso
un ¡cross! de amor pantera al plexo trópico
un ¡knock out! técnico dichoso
si no un compuesto terrestre de líbido edén infierno
el sedimento aglutinante de un precipitado de labios
el obsesivo residuo de una solución insoluble
un mecanismo radioanímico
un terno bípedo bullente
un ¡robot! hembra electroerótico con su emisora de delirio
y espasmos lírico-dramáticos
aunque tal vez sea un espejismo
un paradigma
un eromito
una apariencia de la ausencia
una entelequia inexistente
las trenzas náyades de Ofelia
o sólo un trozo ultraporoso de realidad indubitable
una despótica materia
el paraíso hecho carne
una perdiz a la crema.


Escrúpulo

Me parece que vivo
que estoy entre los ruidos
que miro las paredes,
que estas manos son mías,
pero quizás me engañe
y paredes y manos
sólo sean recuerdos
de una vida pasada.
He dicho "me parece"
yo no aseguro nada.

22/6/12

Ya no será

La historia de amor entre Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, y este desgarrador poema de ella que la cuenta...
 
Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

21/6/12

Llueve en silencio, Fernando Pessoa

Llueve en silencio, que esta lluvia es muda
y no hace ruido sino con sosiego.
El cielo duerme. Cuando el alma es viuda
de algo que ignora, el sentimiento es ciego.
Llueve. De mí (de este que soy) reniego...
             
Tan dulce es esta lluvia de escuchar
(no parece de nubes) que parece
que no es lluvia, mas sólo un susurrar
que a sí mismo se olvida cuando crece.
Llueve. Nada apetece...
             
No pasa el viento, cielo no hay que sienta.
Llueve lejana e indistintamente,
como una cosa cierta que nos mienta,
como un deseo grande que nos miente.
Llueve. Nada en mí siente...
             
Versión de Ángel Crespo

20/6/12

Nicole Brossard para una mañana de lluvia

cuando mantenemos con gran esfuerzo soluciones
por qué de pronto hay que
estirar una parte del ser hacia la ficción
alejarnos de las palabras como salimos
del tiempo de las cicatrices

(De Cuaderno de rosas y civilización, 2009)

CONTRALUZ
eso que vive
de las palabras
el fuero interno
todo eso va
a borrarse ante
tu respiración
la muerte, no


CONTEMPORÁNEA
ahí donde duele en la vida
por tactos sucesivos
no es la muerte
sino la movilidad de la luz
el don que tenemos de agravar la belleza

(De Instalaciones (con y sin pronombres) Editorial Aldus, Mexico, 1997)


Traducciones de Mónica Mansour

19/6/12

Las recomendaciones de la semana de "En busca del cuento perdido"





"La antigua metáfora de la amistad entre el lector y los los libros no es gratuita y uno elige sus compañías dilectas tantos por sus rasgos literarios como humanos. Pliegue s como un amigo finalmente perturbador que en medio de la charla amena, se plantera espontáneamente dilemas en torno a la identidad, la melancolía y la libertad." Armando González Torres


"Alternando las memorias del protagonista con los apuntes del escritor, Años lentos ofreceuna brillante reflexión sobre cómo la vida se destila en una novela, cómo se trasvasa el recuerdo sentimental en memoria colectiva, mientras su escritura diáfana deja ver un fondo turbio de culpa en la historia reciente del País Vasco."



"Porque su historia de amor ha llegado a ese punto terrible en el que lo desesperado y lo impasible ser unen y funcionan a la vez. Cuando eso pasa, no hay otra opción más que el olvido. Pero el olvido requiere tanto esfuerzo y tan dedicación, tanto tiempo y tanto esmero como la propia memoria."

17/6/12

Y por amor a la memoria...

Por ser Día del Padre, comparto con ustedes la emoción y el sacudimiento que me ha provocado este libro entrañable. Un libro que es parte ya de mi piel.

Y por amor a la memoria llevo sobre mi cara la cara de mi padre, Yehuda Amijai.

Éste es el epígrafe de El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince. Un homenaje a su padre, asesinado en Colombia, un canto desgarrado en contra de la violencia, un camino a través de la intimidad del recuerdo.

Yo quería a mi papá con un amor que nunca volví a sentir hasta que nacieron mis hijos. Cunado los tuve a ellos lo reconocí, porque es un amor igual en intensidad, aunque distinto, y en cierto sentido opuesto. Yo sentía que a mí nada me podía pasar si estaba con mi papá. Y siento que a mis hijos no les puede pasar nada si están conmigo. Es decir, yo sé que antes me haría matar, sin dudarlo un instante, por defender a mis hijos. Y sé que mi papá se habría hecho matar sin dudarlo un instante por defenderme a mí. (p. 12)

Hay una cadena familiar que no se ha roto. Los asesinos no han podido exterminarnos y no lo lograrán porque aquí hay un vínculo de fuerza y de alegría, y de amor a la tierra y a la vida que los asesinos no pudieron vencer. Además, de mi papá aprendí algo que los asesinos no saben hacer: a poner en palabras la verdad, para que ésta dure más que su mentira. (p.259)


16/6/12

Los peces no cierran los ojos




Quizás debería empezar diciendo que pocos narradores me conmueven tanto como Erri de Luca.

Quizás debería hablar del temblor que me provoca ese universo austero, profundo, silencioso, que ha creado. Desde que descubrí Montedidio, por azar, como suelen aparecer las mejores páginas, me he vuelto una lectora amorosa de cada uno de los libros de este napolitano, estudioso del hebreo y del yidish, lector de la Biblia, militante de Lotta Continua, obrero, albañil, alpinista.

Quizás debería contarles de la melancolía. ¿Será la melancolía lo que más busco en los libros (como otros buscan diversión o reflexión, emociones, humor o tensión)? O será que hoy llueve y la casa está callada.

Esta tarde leí su novela más reciente – Los peces no cierran los ojos (Seix Barral, 2012) – y me he quedado en ese estado de suspensión que me provoca la buena poesía. También aquí, como en todo lo que escribe, hay un origen autobiográfico (“Inventar me parece un abuso de confianza”, ha dicho). Y también aquí, como en varios de sus otros libros (Montedidio, El día antes de la felicidad), hay un niño que se vuelve adulto. Novela de iniciación Los peces… marca el fin de la infancia a través del conocimiento del amor, del despertar del propio cuerpo y de la noción de justicia.

Acompañando a este niño de diez años - porque la vida cambia cuando empezamos a tener edad de dos cifras - está la madre. El padre, que se ha ido a América a intentar abrir nuevos caminos para la familia, está presente a través de sus libros, de su biblioteca.

Sobre la relación con su propia madre, Erri de Luca ha dicho:
Los ausentes tienen necesidad de una voz que los llame sacándolos de la ausencia y los obligue a estar ahí nuevamente, al menos lo que dura una canción. Mamá de cenizas amontonadas en el campo, nuestras noches de marzo, la jeringuilla lista para extraer la espina del dolor, la habitación de paso donde a la vida le costaba acabar y los dedos no querían soltarse. Mamá que me vuelve huérfano de viejo. Me posaba su mano tibia y exhausta sobre la frente  y así volvía a respirar tranquilo.

Será que hoy llueve y la casa está callada.

También sobre la madre escribe y protagoniza el cortometraje “Di la dal vetro”, cuyo trailer pueden ver aquí:

http://youtu.be/okxw--p4cmw





Comparto con ustedes uno de los artículos que he escrito sobre Erri de Luca: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/3206/pdfs/94_95.pdf

Un autor al que vale la pena acercarse.


14/6/12

Borges y la Guerra de Malvinas

JUAN LÓPEZ Y JOHN WARD Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote. El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender. Jorge Luis Borges, 1982

4/6/12

El insomnio de la memoria


El insomnio de la memoria[1]
Sandra Lorenzano

¿Cómo hablar de las ausencias?
¿Con qué palabras llenar el vacío?
Tartamudear, susurrar, balbucear
No hay otra respuesta.
Los ojos desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas.
Ruina sobre ruina.
Sólo
el nombre de su hijo tatuado en el antebrazo.
Por ti, hasta la vida.
Huellas. Marcas. Cicatrices.
Concierto de voces insepultas en el insomnio de la memoria
Un nombre.
Uno / dos / tres nombres
            Yo quería mencionarlos a todos
Uno / dos / tres por todos los compañeros
                                   Por los cuarenta y nueve
El humo lo cubría todo
Leche negra del alba
Cavamos una tumba en los aires
una tumba en las nubes
¡Saquen a los niños! Se me abrazan a las piernas. ¡Sáquenlos de aquí!
Como si el cuerpo de cada uno de nosotros
fuese tu cuerpo
Humo espeso
            Huyen los pájaros
No quedará ninguno en nuestras plazas
Una tumba en las nubes
¡Saquen a los niños!
                                               Se muere con demasiada facilidad
Huyen los pájaros. Se oscurecen los cuerpos.
¿De qué te quejas?
Cavamos una tumba en el aire.
¿Por qué soy yo y no soy tú? ¿Por qué estoy aquí y no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde acaba el espacio?
El murmullo crece. El susurro. El balbuceo.
En el principio era el humo.
Humo para una mortaja. Negro como el hollín. O bien ligero y gris, casi vaporoso. Como un presagio.
Como una despedida.
Los pájaros vuelan enloquecidamente
                        Ausentes      borrados    Se me abrazaban a las piernas
                        Como pude me los iba quitando
Concierto de voces insepultas.
.
Abril de 2010


[1] Ejercicio de poesía documental que suma las voces de los padres y testigos del incendio de la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora (julio de 2009), y las palabras de Paul Celan, Ossip Mandelstam, Ana Ajmátova, Jorge Semprún, Esther Seligson, Walter Benjamin, Gilles Deleuze, Elías Canetti.

26/5/12

Presentación del libro Fuga en mí menor (Tusquets 2012)


Presentación del libro Fuga en mí menor, de Sandra Lorenzano


Ciudad de México
31 de mayo, 19:00 hrs.
Centro Cultural Bella Época. Tamaulipas 22, Colonia Condesa
Comentarios de Gabriela Warkentin, Rafael Pérez Gay, Julio Patán y la autora
Participación especial de la cantante y compositora Hebe Rosell

Visita el nuevo sitio web

25/5/12

Raymond Carver (25 de mayo de 1938 — 2 de agosto de 1988)

Para celebrar el nacimiento de uno de los grandes cuentistas contemporáneos Escribir un cuento Raymond Carver
Allá por la mitad de los sesenta empecé a notar los muchos problemas de concentración que me asaltaban ante las obras narrativas voluminosas. Durante un tiempo experimenté idéntica dificultad para leer tales obras como para escribirlas. Mi atención se despistaba; y decidí que no me hallaba en disposición de acometer la redacción de una novela. De todas formas, se trata de una historia angustiosa y hablar de ello puede resultar muy tedioso. Aunque no sea menos cierto que tuvo mucho que ver, todo esto, con mi dedicación a la poesía y a la narración corta. Verlo y soltarlo, sin pena alguna. Avanzar. Por ello perdí toda ambición, toda gran ambición, cuando andaba por los veintitantos años. Y creo que fue buena cosa que así me ocurriera. La ambición, y la buena suerte son algo magnífico para un escritor que desea hacerse como tal. Porque una ambición desmedida, acompañada del infortunio, puede matarlo. Hay que tener talento. Son muchos los escritores que poseen un buen montón de talento; no conozco a escritor alguno que no lo tenga. Pero la única manera posible de contemplar las cosas, la única contemplación exacta, la única forma de expresar aquello que se ha visto, requiere algo más. El mundo según Garp es, por supuesto, el resultado de una visión maravillosa en consonancia con John Irving. También hay un mundo en consonancia con Flannery O’Connor, y otro con William Faulkner, y otro con Ernest Hemingway. Hay mundos en consonancia con Cheever, Updike, Singer, Stanley Elkin, Ann Beattie, Cynthia Ozick, Donald Barthelme, Mary Robinson, William Kitredge, Barry Hannah, Ursula K. LeGuin... Cualquier gran escritor, o simplemente buen escritor, elabora un mundo en consonancia con su propia especificidad. Tal cosa es consustancial al estilo propio, aunque no se trate, únicamente, del estilo. Se trata, en suma, de la firma inimitable que pone en todas sus cosas el escritor. Este es su mundo y no otro. Esto es lo que diferencia a un escritor de otro. No se trata de talento. Hay mucho talento a nuestro alrededor. Pero un escritor que posea esa forma especial de contemplar las cosas, y que sepa dar una expresión artística a sus contemplaciones, tarda en encontrarse. Decía Isak Dinesen que ella escribía un poco todos los días, sin esperanza y sin desesperación. Algún día escribiré ese lema en una ficha de tres por cinco, que pegaré en la pared, detrás de mi escritorio... Entonces tendré al menos es ficha escrita. “El esmero es la UNICA convicción moral del escritor”. Lo dijo Ezra Pound. No lo es todo aunque signifique cualquier cosa; pero si para el escritor tiene importancia esa “única convicción moral”, deberá rastrearla sin desmayo. Tengo clavada en mi pared una ficha de tres por cinco, en la que escribí un lema tomado de un relato de Chejov:... Y súbitamente todo empezó a aclarársele. Sentí que esas palabras contenían la maravilla de lo posible. Amo su claridad, su sencillez; amo la muy alta revelación que hay en ellas. Palabras que también tienen su misterio. Porque, ¿qué era lo que antes permanecía en la oscuridad? ¿Qué es lo que comienza a aclararse? ¿Qué está pasando? Bien podría ser la consecuencia de un súbito despertar,. Siento una gran sensación de alivio por haberme anticipado a ello. Una vez escuché al escritor Geoffrey Wolff decir a un grupo de estudiantes: No a los juegos triviales. También eso pasó a una ficha de tres por cinco. Solo que con una leve corrección: No jugar. Odio los juegos. Al primer signo de juego o de truco en una narración, sea trivial o elaborado, cierro el libro. Los juegos literarios se han convertido últimamente en una pesada carga, que yo, sin embargo, puedo estibar fácilmente sólo con no prestarles la atención que reclaman. Pero también una escritura minuciosa, puntillosa, o plúmbea, pueden echarme a dormir. El escritor no necesita de juegos ni de trucos para hacer sentir cosas a sus lectores. Aún a riesgo de parecer trivial, el escritor debe evitar el bostezo, el espanto de sus lectores. Hace unos meses, en el New York Times Books Review John Barth decía que, hace diez años, la gran mayoría de los estudiantes que participaban en sus seminarios de literatura estaban altamente interesados en la “innovación formal”, y eso, hasta no hace mucho, era objeto de atención. Se lamentaba Barth, en su artículo, porque en los ochenta han sido muchos los escritores entregados a la creación de novelas ligeras y hasta “pop”. Argüía que el experimentalismo debe hacerse siempre en los márgenes, en paralelo con las concepciones más libres. Por mi parte, debo confesar que me ataca un poco los nervios oír hablar de “innovaciones formales” en la narración. Muy a menudo, la “experimentación” no es más que un pretexto para la falta de imaginación, para la vacuidad absoluta. Muy a menudo no es más que una licencia que se toma el autor para alienar —y maltratar, incluso— a sus lectores. Esa escritura, con harta frecuencia, nos despoja de cualquier noticia acerca del mundo; se limita a describir una desierta tierra de nadie, en la que pululan lagartos sobre algunas dunas, pero en la que no hay gente; una tierra sin habitar por algún ser humano reconocible; un lugar que quizá solo resulte interesante par un puñado de especializadísimos científicos. Sí puede haber, no obstante, una experimentación literaria original que llene de regocijo a los lectores. Pero esa manera de ver las cosas —Barthelme, por ejemplo— no puede ser imitada luego por otro escritor. Eso no sería trabajar. Sólo hay un Barthelme, y un escritor cualquiera que tratase de apropiarse de su peculiar sensibilidad, de su mise en scene, bajo el pretexto de la innovación, no llegará sino al caos, a la dispersión y, lo que es peor, a la decepción de sí mismo. La experimentación de veras será algo nuevo, como pedía Pound, y deberá dar con sus propios hallazgos. Aunque si el escritor se desprende de su sensibilidad no hará otra cosa que transmitirnos noticias de su mundo. Tanto en la poesía como en la narración breve, es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas comúnmente con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos —una silla, la cortina de una ventana, un tenedor, una piedra, un pendiente de mujer— con los atributos de lo inmenso, con un poder renovado. Es posible escribir un diálogo aparentemente inocuo que, sin embargo, provoque un escalofrío en la espina dorsal del lector, como bien lo demuestran las delicias debidas a Navokov. Esa es de entre los escritores, la clase que más me interesa. Odio, por el contrario, la escritura sucia o coyuntural que se disfraza con los hábitos de la experimentación o con la supuesta zafiedad que se atribuye a un supuesto realismo. En el maravilloso cuento de Isaak Babel, Guy de Maupassant, el narrador dice acerca de la escritura: Ningún hierro puede despedazar tan fuertemente el corazón como un punto puesto en el lugar que le corresponde. Eso también merece figurar en una ficha de tres por cinco. En una ocasión decía Evan Connell que supo de la conclusión de uno de sus cuentos cuando se descubrió quitando las comas mientras leía lo escrito, y volviéndolas a poner después, en una nueva lectura, allá donde antes estuvieran. Me gusta ese procedimiento de trabajo, me merece un gran respeto tanto cuidado. Porque eso es lo que hacemos, a fin de cuentas. Hacemos palabra y deben ser palabras escogidas, puntuadas en donde corresponda, para que puedan significar lo que en verdad pretenden. Si las palabras están en fuerte maridaje con las emociones del escritor, o si son imprecisas e inútiles para la expresión de cualquier razonamiento —si las palabras resultan oscuras, enrevesadas— los ojos del lector deberán volver sobre ellas y nada habremos ganado. El propio sentido de lo artístico que tenga el autor no debe ser comprometido por nosotros. Henry James llamó “especificación endeble” a este tipo de desafortunada escritura. Tengo amigos que me cuentan que debe acelerar la conclusión de uno de sus libros porque necesitan el dinero o porque sus editores, o sus esposas, les apremian a ello. “Lo haría mejor si tuviera más tiempo”, dicen. No sé qué decir cuando un amigo novelista me suelta algo parecido. Ese no es mi problema. Pero si el escritor no elabora su obra de acuerdo con sus posibilidades y deseos, ¿por qué ocurre tal cosa? Pues en definitiva sólo podemos llevarnos a la tumba la satisfacción de haber hecho lo mejor, de haber elaborado una obra que nos deje contentos. Me gustaría decir a mis amigos escritores cuál es la mejor manera de llegar a la cumbre. No debería ser tan difícil, y debe ser tanto o más honesto que encontrar un lugar querido para vivir. Un punto desde el que desarrollar tus habilidades, tus talentos, sin justificaciones ni excusas. Sin lamentaciones, sin necesidad de explicarse. En un ensayo titulado Writing Short Stories, Flannery O’Connor habla de la escritura como de un acto de descubrimiento. Dice O’Connor que ella, muy a menudo, no sabe a dónde va cuando se sienta a escribir una historia, un cuento... Dice que se ve asaltada por la duda de que los escritores sepan realmente a dónde van cuando inician la redacción de un texto. Habla ella de la “piadosa gente del pueblo”, para poner un ejemplo de cómo jamás sabe cuál será la conclusión de un cuento hasta que está próxima al final: Cuando comencé a escribir el cuento no sabía que Ph.D. acabaría con una pierna de madera. Una buena mañana me descubrí a mí misma haciendo la descripción de dos mujeres de las que sabía algo, y cuando acabé vi que le había dado a una de ellas una hija con una pierna de madera. Recordé al marino bíblico, pero no sabía qué hacer con él. No sabía que robaba una pierna de madera diez o doce líneas antes de que lo hiciera, pero en cuanto me topé con eso supe que era lo que tenía que pasar, que era inevitable. Cuando leí esto hace unos cuantos años, me chocó el que alguien pudiera escribir de esa manera. Me pereció descorazonador, acaso un secreto, y creí que jamás sería capaz de hacer algo semejante. Aunque algo me decía que aquel era el camino ineludible para llegar al cuento. Me recuerdo leyendo una y otra vez el ejemplo de O’Connor. Al fin tomé asiento y me puse a escribir una historia muy bonita, de la que su primera frase me dio la pauta a seguir. Durante días y más días, sin embargo, pensé mucho en esa frase: Él pasaba la aspiradora cuando sonó el teléfono. Sabía que la historia se encontraba allí, que de esas palabras brotaba su esencia. Sentí hasta los huesos que a partir de ese comienzo podría crecer, hacerse el cuento, si le dedicaba el tiempo necesario. Y encontré ese tiempo un buen día, a razón de doce o quince horas de trabajo. Después de la primera frase, de esa primera frase escrita una buena mañana, brotaron otras frases complementarias para complementarla. Puedo decir que escribí el relato como si escribiera un poema: una línea; y otra debajo; y otra más. Maravillosamente pronto vi la historia y supe que era mía, la única por la que había esperado ponerme a escribir. Me gusta hacerlo así cuando siento que una nueva historia me amenaza. Y siento que de esa propia amenaza puede surgir el texto. En ella se contiene la tensión, el sentimiento de que algo va a ocurrir, la certeza de que las cosas están como dormidas y prestas a despertar; e incluso la sensación de que no puede surgir de ello una historia. Pues esa tensión es parte fundamental de la historia, en tanto que las palabras convenientemente unidas pueden irla desvelando, cobrando forma ene l cuento. Y también son importantes las cosas que dejamos fuera, pues aún desechándolas siguen implícitas en la narración, en ese espacio bruñido (y a veces fragmentario e inestable) que es sustrato de todas las cosas. La definición que da V.S. Pritcher del cuento como “algo vislumbrado con el rabillo del ojo”, otorga a la mirada furtiva categoría de integrante del cuento. Primero es la mirada. Luego esa mirada ilumina un instante susceptible de ser narrado. Y de ahí se derivan las consecuencias y significados. Por ello deberá el cuentista sopesar detenidamente cada una de sus miradas y valores en su propio poder descriptivo. Así podrá aplicar su inteligencia, y su lenguaje literario (su talento), al propio sentido de la proporción, de la medida de las cosas: cómo son y cómo las ve el escritor; de qué manera diferente a las de los más las contempla. Ello precisa de un lenguaje claro y concreto; de un lenguaje para la descripción viva y en detalle que arroje la luz más necesaria al cuento que ofrecemos al lector. Esos detalles requieren, para concretarse y alcanzar un significado, un lenguaje preciso, el más preciso que pueda hallarse. Las palabras serán todo lo precisas que necesite un tono más llano, pues así podrán contener algo. Lo cual significa que, usadas correctamente, pueden hacer sonar todas las notas, manifestar todos los registros.

Dos joyas filmadas por mujeres

 En los días en que estuve a media máquina vi dos joyas filmadas por mujeres:  - "Atlantics", película franco senegalesa de Mati D...